Desde que participamos en el proyecto europeo Life AskREACH y nos unimos a European Environmental Bureau (EEB), hemos ido aprendiendo un poco más sobre los potenciales riesgos de algunas sustancias presentes en nuestro día a día. En ese aprendizaje nos hemos preguntado cuáles son y a qué sectores pertenecen, y en este artículo queremos compartir algunas cosas aprendidas en relación a la industria textil.

Es habitual que cuando hablamos de crisis climática pensemos en el calentamiento global. Pero hay otros factores en la crisis climática que no son tan perceptibles y, como tal, no le damos la misma relevancia. Uno de esos factores es la contaminación química: existen multitud de sustancias químicas que hemos normalizado en nuestros procesos industriales, para producir a bajo coste y a gran escala productos para el consumo en general y para la industria textil en particular. Y, aunque hayan cumplido su misión, no se han tenido en cuenta los daños que provocan en la salud y en el medio ambiente; siendo actualmente la contaminación química, un problema ambiental global grave. Son sustancias que se introducen en nuestro cuerpo por contacto subcutáneo, ingiriéndolas o inhalándolas pudiendo generar daños graves para el individuo o para todo un ecosistema.

Según el Parlamento Europeo, la industria textil es responsable de aproximadamente el 20% de la contaminación del agua potable a nivel mundial. Aunque gran parte de esta contaminación son las microfibras (microplásticos si hacemos referencia a fibras sintéticas), también se liberan muchas cantidades de químicos al agua en los procesos de blanqueo o coloración con agua. Según la investigadora Adriana Cortazar Martinez, en su ensayo Contaminación por colorantes: “Entre los contaminantes se destacan los colorantes. Estos compuestos se diseñan para ser altamente resistentes, incluso a la degradación microbiana, por lo que son difíciles de eliminar en las plantas de tratamiento convencionales”.

Algunas de estas sustancias, las podemos encontrar en la Lista de Candidatas del Reglamento REACH, también conocidas como sustancias extremadamente preocupantes (SEP):

  • Nonilfenol etoxilado: tiene propiedades de disruptor endocrino (ED por sus siglas en inglés) y se utiliza como desengrasante y desinfectante.
  • Hexabromo Ciclododecano (HBCD): sustancia persistente, bioacumulativa y tóxica (PBT por sus siglas en inglés) y contaminante orgánico persistente (POP por sus siglas en inglés) que se utiliza como retardante de llama.
  • Parafinas Cloradas de Cadena Corta: también se consideran PBT y POP y se sospecha que son cancerígenas, son usadas también como pirorretardantes y plastificantes.
  • Dicloruro de cobalto: cancerígeno, sospechoso de ser mutagénico, tóxico para la reproducción y sensible a la piel y al sistema respiratorio. Este producto se usa para mejorar las propiedades de algunos polímeros textiles.

Estas son solo algunas de las que aparecen en la normativa europea REACH y que, a día de hoy, aún las encontramos en materiales textiles y otros. Hay más en la lista y hay otras que no están incluidas, pero se sospecha de sus potenciales daños.

¿Qué podemos hacer como consumidores con este problema? Además de apelar a los clásicos consejos de reducir y no caer en la fast fashion, os invitamos a utilizar la app Scan4Chem, para concienciarnos más sobre estas sustancias. Esta aplicación nos permite escanear la etiqueta de ciertos productos (los que no son alimentos, cosmética, productos de higiene o limpieza) para saber si contienen alguna de estas SEP por encima del 0,1% del peso del producto. Además, usando la aplicación y sus funciones estaremos pidiendo a la industria y sus marcas que hagan por cambiar estas sustancias o los procesos que las usan, para evitar las consecuencias negativas de la contaminación por químicos. Así por ejemplo, existen técnicas de teñir que no utilizan agua, evitando su contaminación y reduciendo su vertido al mar o su infiltración a las aguas subterráneas.

En esa línea, existen ya herramientas como las SDS (Safety Data Sheet) o Best Available Techniques, que nos informan del potencial dañino de una sustancia o la mezcla, su composición, cómo almacenarla, medidas de primeros auxilios o antiincendios, cómo manejarlas y transportarlas, etc. Esta información es útil tanto para empresas como para usuarios. Así pues, sí un proveedor vende un tinte con una sustancia de la Lista de Candidatas REACH, le pasará la información a la empresa compradora para que manipule la sustancia correctamente sin peligros para el consumidor final y para el medio ambiente.

Son muchas las opciones pero lo más importante es saber que, como consumidores, tenemos el derecho a saber si los productos que compramos y usamos tienen sustancias extremadamente peligrosas. Para ello, la app Scan4Chem nos ayudará a averiguarlo.

Colaboremos por un mundo libre de SEP.

Darío Montes