El scalextric de Atocha en una foto de 1969

Como cuenta Pedro Montoliú en su libro “Madrid, de la dictadura a la democracia”, en 1959 había 238.000 vehículos matriculados en Madrid y en 1971 se matriculó el número 900.000. La ciudad fue puesta al servicio del coche, y de qué manera. Aquí podemos ver algunas imágenes de hasta qué punto llegó el secuestro y lo mucho que nos va a costar el rescate.

En 1968 se inauguró el que se llamaría scalextric de Atocha, que incluía además algunos pasos elevados en plazas cercanas. Era la solución fácil al problema de tráfico, que además era considerada como ultramoderna (como dice la foto). A nadie se le ocurrió que destruir el el paisaje urbano de esa manera y de paso hacer que la contaminación cayera sobre los peatones desde lo alto tuviera nada de malo, era el progreso. Se construyeron bastantes “vías aéreas” en Madrid y en muchas ciudades. Todos las veían como algo normal, incluso los vecinos que tenían su casa a la misma altura de una rugiente vía de tráfico, a diez metros de la ventana del salón.

1972 en construcción

1972, en construcción

 

En 1972 la revista Blanco y Negro se pregunta si los pasos elevados “resuelven” el problema del tráfico, con una vista del paso elevado de la calle Bailén sobre la Cuesta de San Vicente. El reportaje responde con un rotundo sí y lo explica así: “En una ciudad como Madrid, no concebida para el futuro, era preciso hallar una solución drástica a esta imprevisión histórica”. La solución drástica fue un plan de pasos elevados y subterráneos que comenzó en 1967 y que sigue, muy modificado, hoy en día. Una vista de google street view muestra la estruendosa parte inferior del paso elevado de la foto de Blanco y Negro de 1972, a un paso del palacio real. Un titular del reportaje resume muy bien todo el asunto: en Madrid, muchas calles han pasado “De apacible bulevar a riada de automóviles”.

2017, en operación

 

El scalextric de Atocha se desmontó en 1985, año que marcó un cierto cambio de actitud. Los pasos elevados ya no eran aceptables, y los subterráneos se aguantaban como un mal menor. Comenzaron a peatonalizarse algunas calles, comenzando por la calle de Preciados ya a comienzos de la década de 1970. Pero el 70% del espacio urbano ya estaba en manos de los coches, y los intentos de rescatarlo y devolverlo a los peatones han tropezado con una resistencia vecinal considerable. Ese es el principal problema: hace medio siglo las riadas de automóviles se hicieron normales, y hemos olvidado que lo normal son los apacibles bulevares. En la calle Galileo, un tímido intento de hacer peatonal un espacio de 50 x 6 metros ha levantado indignadas protestas vecinales. Es una especie de síndrome de Estocolmo, lo que tenemos con el coche en la ciudad.