Hay más, pero aquí solo hablamos de cinco de ellos, el top five de los aparatos inútiles que rondan por nuestros hogares.

La aspiradora

¿Tienes un oso polar erguido de dos metros de altura, disecado en el salón? Si la respuesta a esta pregunta es “no”, no es probable que necesites una aspiradora. La aspiradora fue en su origen un sistema industrial para limpiar alfombras en hoteles y locales públicos. Se contrataba como se contrata hoy una desratización. Inevitablemente llegó a los hogares desde los Estados Unidos, y hasta al lenguaje: “pasar la aspiradora” se convirtió en sinónimo de “limpiar la casa”. Sin embargo, este trasto es engorroso, ruidoso y difícil de manejar y, a no ser que tengas muchas alfombras o animales peludos, su uso no compensa las molestias de su empleo. En cuanto a las alergias, no te preocupes. La limpieza corriente es suficiente para pararle los pies, así como la eliminación de alfombras y moquetas.

Qué hacer: usar una escoba y barrer con suavidad y decisión. Si se desea, dar una pasada de fregona humedecida en agua con vinagre.

La secadora de ropa

Puede ocurrir que en tu localidad de residencia llueva 365 días al año o que no tengas ninguna posibilidad de tender la ropa al aire por falta de espacio. En caso contrario, la secadora de ropa resulta un artefacto completamente inútil. La secadora comenzó a venderse en nuestro país hacia 1990 cuando los fabricantes vieron que el porcentaje de hogares equipados con lavadoras ya era casi del 100%. Lo más asombroso es que consiguieron colar este colmo del electrodoméstico superfluo en una de cada tres viviendas.

Qué hacer: utilizar esa cosa brillante que se pasea por el cielo, el Sol. Tender la ropa al aire. En verano, basta una media hora secar para ropa ligera. En invierno, habrá que estar con ojo para aprovechar los períodos secos.

La tostadora

Corría el año 1965 más o menos cuando la rebanada blandurria de pan de molde entró en nuestras vidas. Era y es un objeto de color blanco y textura flácida. O lo tuestas y recubres de mermelada y mantequilla o no tiene ninguna gracia. La industria, servicialmente, nos proporcionó la tostadora para facilitar este trabajo, un artilugio con dos ranuras, una para cada rebanada, que las tuesta y expulsa en un par de minutos.

Qué hacer: lo primero, rechazar el pan blanco de molde y dedicarnos al pan de verdad, con su miga, su corteza y todo lo demás. Si queremos tostar pan, podemos usar una sartén. ¿Una sartén? Sí, una sartén vulgar con un chorrillo de aceite de oliva o mantequilla, al gusto.

El horno de microondas

Como se sabe, una desliz de la investigación militar llevó al invento del horno de microondas, un artefacto que usa ondas electromagnéticas que penetran profundamente en la comida. El sacudón de energía que envían las microondas a los alimentos los cocina muy rápidamente, pero sin ninguna gracia. Es decir, no los tuesta ni los guisa ni les da atrayente textura. Todo lo que se mete en un microondas sale convertido en una masa caliente, grisácea y blanda.

Qué hacer: enviar el horno de microondas a lo más profundo de un trastero. Usar hornos, cazuelas y sartenes para guisar. Disfrutar con la cocina.

 El lavavajillas

Como el aspirador, el lavavajillas fue en su inicio una máquina industrial, y hoy en día es muy útil en bares y restaurantes, donde se ensucia mucha vajilla fina (lo inventó una aristócrata, que no se fiaba de las manazas de sus criados para procesar su finísima porcelana). En una casa normal, su utilidad es muy dudosa. Puede que venga bien en un hogar con tres o cuatro niños, de los que ingieren tres o cuatro vasos de leche al día, o en una casa donde dan fiestas sin parar. En caso contrario, sus contras pueden superar fácilmente a sus pros: Hay que esperar a que se produzca suficiente vajilla sucia para llenar la máquina, el programa de lavado dura mucho tiempo, es necesario preparar las piezas de vajilla previamente, muchas cosas (sartenes, cazuelas) salen del lavavajillas como entraron, estas máquinas necesitan detergentes especiales y otros consumibles (sal, abrillantador), es necesario limpiarlas periódicamente, etc.

Qué hacer: fregar a mano, practicando el fregado economizador. Resultados impecables en pocos minutos. Si consigues colocarle el lavavajillas a algún incauto, ganarás casi un metro cúbico de espacio en la cocina, lo que no está nada mal.

Jesús Alonso Millán