¿Cómo conseguir una temperatura agradable en nuestra vida cotidiana cuando afuera fai un cutu qu’escarabaya’l pelleyu*, como se dice en asturiano? Este invierno que se acerca no pinta bien, con el gas y la electricidad por las nubes. Vamos a ver cuatro puntos fuertes del ahorro de energía –y por lo tanto del ahorro de mucho dinero– en la tarea de calefactar nuestra vida.

 

No hay que calentar todo: crea un “núcleo cálido” y no te preocupes del resto

La idea de que no hay que calentar toda la casa puede sonar a sarcasmo si tu única fuente de calor es una estufilla, pero tiene mucho sentido en casas con un sistema de calefacción con varios radiadores. Se trata de reducir o incluso cortar la calefacción en estancias como pasillos, cocinas, baños y dormitorios. En general en todas partes salvo en los puntos donde pasamos el día, lo que se solía llamar “cuarto de estar”. Ten en cuenta que en una habitación donde estamos de pie y trajinando (como una cocina) no necesitamos tanto calor como en otra donde estamos sentados quietos.

 

No hay que calentar siempre: adapta la temperatura a tu ritmo de vida, no al revés

Muchas casas comienzan a coger temperatura hacia las 10 de la mañana y se apagan hacia las 10 de la noche. Así que la casa está calentita bastantes horas en que no hay nadie en ella, y está fría al amanecer, cuando saltamos de la cama y a última hora de la noche, con mucha gente despierta todavía. Cada hogar tiene pautas diferentes, pero (si es posible) podemos ahorrar mucho calentando la casa exactamente en las horas en que lo necesitemos, para lo que será de gran ayuda contar con un temporizador. Teniendo en cuenta siempre la inercia térmica, claro.

 

Hay que controlar estrechamente la maquinaria: instala y manipula termostatos, programadores, temporizadores, reguladores, etc.

Ya sea una estufa o un sistema completo de calefacción, si no lo podemos regular estamos tirando el dinero por la ventana. Además de termostatos automáticos, es necesario que cada elemento calefactor tenga una llave que permita reducir la intensidad del calor o incluso apagarlo del todo. Estos reguladores son obligatorios desde hace unos años, aunque a veces son difíciles de acoplar a instalaciones muy antiguas o en radiadores sepultados por muebles y decoraciones.

 

La calidad del aislamiento marca la diferencia: protege los núcleos cálidos de tu casa

Una casa muy bien aislada y correctamente ventilada se puede calentar casi literalmente con un mechero. Son los llamados Edificios de Consumo Casi Nulo. La mayor parte de nuestras casas no están en ese nivel, y muchas de ellas tienen unas fugas de calor desastrosas. Aquí se pueden distinguir tres de ellas. Las paredes en general y las fachadas, que requerirán una obra integral que puede ser costosa –pero que garantiza ahorros muy grandes en las facturas de la climatización, hasta un 70%. Las ventanas, que podemos cambiar fácil y rápidamente, con un coste asumible, por versiones de doble cristal. Este cambio también proporciona ahorros sustanciosos. Ten en cuenta además que hay constantes ayudas de las administraciones para las rehabilitaciones energéticas, tanto de paredes y fachadas como de ventanas. Y por último las fugas directas de calor, rendijas en puertas y ventanas, fáciles de solucionar por un coste ínfimo y que pueden mejorar mucho las condiciones térmicas de la vivienda. También cabe la posibilidad de aislar únicamente el “núcleo cálido” al que nos referíamos antes.

Más información sobre las ayudas a la rehabilitación energética: Programa de ayudas para la rehabilitación integral de edificios residenciales y viviendas, parte del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.

Falta un quinto punto que también tiene su importancia. Se trata de controlar el gasto y el consumo, mediante la recopilación y examen de las facturas que nos lleguen, las apps que proporcionan las compañías eléctricas y medidores de consumo de energía caseros que podemos instalar nosotros mismos. La experiencia demuestra que cualquier consumo de recursos costosos, si se mide estrechamente, tiende a bajar.

Ah, y no olvidarnos que antiguamente, sin calefacción, manteníamos el calor con una buena manta en el sofá, usando sábanas más calientes en invierno, una bata para estar por casa, ¡o colocando rollos de tela por debajo de las puertas para que no entrara el frío!

(*) Hace un frío que escarba el cutis.

Imagen: una moderna llave reguladora acoplada a un radiador de hierro fundido.