Un par de informaciones en la misma línea han recorrido la prensa mundial: los productos de limpieza son tan peligrosos como el tabaco, o como los humos que emiten los coches. El estudio publicado en Science compara los COV (Compuestos Orgánicos Volátiles) presentes en el interior de un cuarto de baño con los que se pueden llevar a los pulmones al borde de una calle con mucho tráfico. Parece ser que son más o menos igual de peligrosos. Otro estudio demuestra que usar con frecuencia productos de limpieza equivale a fumar un paquete de tabaco diario a efectos del daño producido a la salud pulmonar.

Un vistazo a los productos de limpieza que vende cualquier supermercado muestra que los estudios citados arriba seguramente se quedan cortos. Un detergente líquido para lavadora ostenta el símbolo de producto corrosivo y contiene una larga lista de advertencias: “Provoca lesiones oculares”, “puede provocar una reacción alérgica”, “en caso de contacto con el producto en los ojos, lavar con abundante agua y avisar inmediatamente al médico” (sigue el teléfono del centro de información toxicológica). La lista de ingredientes es un catálogo de compuestos venenosos (muchas veces vienen en inglés, por ejemplo “methylisothiazolinone”, lo que es ilegal). La metilisotiazolinona es un biocida potente que produce reacciones alérgicas y eczemas por contacto. Se usa mucho en jabones y detergentes y, aunque usted no lo crea, en geles, champús y productos de limpieza personal.

El catálogo de compuestos tóxicos e irritantes en productos de limpieza, desde los quitagrasas más agresivos los jabones para bebés, es enorme. Por ejemplo, estos últimos suelen contener lauril éter sulfato de sodio, un potencial irritante de la piel que la industria usa porque favorece la formación de abundante espuma y es muy barato. La etiqueta de un producto infantil indica, por lo tanto: ”Precaución. Mantener fuera del alcance de los niños”. Los ambientadores se llevan la palma. Están diseñados para expandir en el aire interior de las viviendas compuestos supuestamente aromáticos, pero repletos de advertencias en la letra pequeña del envase. Por ejemplo, un ambientador decorativo con aroma frutal advierte que es “nocivo para los organismos acuáticos, con efectos nocivos duraderos” y de posibles reacciones alérgicas.

Así que entre el amplio mundo de los aditivos alimentarios y componentes de los ultraprocesados y los contaminantes exteriores más reconocidos, procedentes del tráfico, hay un tercer sector tóxico que tenemos dentro de casa, en el armario de la limpieza y los estantes del cuarto de baño, sin olvidar la posibilidad de que esté presente en cualquier restaurante, cine o tienda que entremos. ¿Qué podemos hacer ante esta amenaza? Es fácil tomar una serie de medidas que nos harán ahorrar dinero, mejorarán nuestra salud y reducirán la contaminación ambiental. De menor a mayor dificultad, ahí van algunas sugerencias:

• No compres nunca productos de limpieza o cosméticos que ostenten estos símbolos en el envase, o que tengan una composición compleja e incomprensible (como el methylisothiazolinone que citábamos arriba).

 

Etiquetas de tóxicos

• Utiliza únicamente jabón corriente y algunos productos complementarios (como el limón o el vinagre)  para la limpieza, tanto corporal como de la casa, ¡vas a ahorrar mucho dinero!

• Puedes dar un paso más: anímate a hacer tu propio jabón y tus propios cosméticos. Puedes aromatizarlos usando aceites esenciales naturales, aunque tampoco es necesario que nos empeñemos en aromatizar todo aquello que utilizamos.