1. Muchas viviendas y vehículos con aire acondicionado regulan el termostato a temperaturas tan árticas como 18º C. Cuando la temperatura exterior es de 38ºC, se crea un salto térmico de 20º que puede acabar con la salud más robusta.

Consejo: Lo dice el gobierno pero es verdad. 26ºC es una temperatura perfecta para vivir y trabajar. Además, ahorrarás mucho dinero regulando así el termostato de tu instalación.

2. El aire acondicionado se inventó en origen para la refrigeración de cines en Estados Unidos. Actualmente “el aire” en español moderno ha pasado en nuestro país de ser una curiosidad existente en algunas embajadas de postín a ser un artículo de primera necesidad. Ya hace algunos años que los picos de consumo eléctrico no se dan en invierno, sino en plena canícula.

3. El aire acondicionado es un gran sumidero de energía eléctrica. En realidad, consiste simplemente en convertir toda la casa o toda la oficina u hotel en un enorme frigorífico, pues su principio de funcionamiento es idéntico.

Podemos empezar imaginando un gas circulando por un conducto, que llega a un lugar donde una fuerza poderosa lo comprime hasta el punto de convertirlo en líquido. El líquido sigue su camino, hasta que llega a un amplio recinto donde se expande. La súbita expansión del fluido roba tanto calor del interior de nuestra casa que se forma una masa de aire frío. Ya tenemos aire acondicionado. La “fuerza poderosa” es el compresor movido por energía eléctrica.

4. En paralelo a la generalización del aire acondicionado, la arquitectura ha tirado por la borda todos los principios del aislamiento térmico, que ya solo podemos experimentar con el fresco que sentimos cuando entramos en el portal de un edificio antiguo en un día abrasador. No es raro encontrar grandes fachadas acristaladas orientadas al sur, en ciudades donde se superan los 30ºC varios meses en verano.

5. Al mismo tiempo se han perdido muchas prácticas de refrigeración pasiva (la más sencilla consiste en abrir las ventanas y persianas muy temprano y cerrarlas después el resto del día). Se suele ignorar que unas pocas plantas en el salón o un simple recipiente lleno de agua reduce la temperatura varios grados.

6. El compresor, que es la clave de la maquinaria del aire acondicionado, produce ruido. Y no es un ruido cualquiera, sino un sonido resollante e intermitente que puede llegar a ser muy molesto. Puede ser el aire acondicionado del vecino –un cajón que sobresale por una ventana del patio– o el enorme sistema centralizado de un hotel o edificio de apartamentos próximo, que ocupa buena parte del tejado. En todos los casos, escucharemos durante todo el día la trepidación de un compresor… o de varios. Desde mediados de junio a mediados de septiembre, se acabó el descanso acústico nocturno en las ciudades.

7. El aire acondicionado es caro. La reciente cultura española de la climatización en verano exige poner el aire a 18 ºC a finales de mayo y quitarlo a comienzos de octubre, después de pasar un verano glacial. El resultado final es un gran incremento en la factura eléctrica, lógico si se piensa que hay que pagar a buen precio el kWh, y que los acondicionadores suelen tener potencias de 1.000 a 2.000 vatios.

Sugerencia: Los aparatos de aire acondicionado tienen etiquetas energéticas, como los frigoríficos. Si te vas a comprar una instalación, cuida que no se demasiado grande ni demasiado potente y que su clase energética sea “A” como mínimo, mejor todavía A+++. Si la etiqueta indica el nivel de ruido, procura que sea el menor posible.

8. Los compresores de las instalaciones de aire acondicionado no se pueden instalar en patios interiores ni en fachadas. Lo dice la ley. Tienen que ser colocados en el tejado o la azotea, de manera que el calor y el ruido que producen se disipen en la atmósfera con el menor daño posible a los vecinos.

Admonición: si vas a instalar un aparato de aire acondicionado, sube el compresor al tejado. Si ya lo has instalado en el patio de ventilación, llama a un técnico y súbelo al tejado. Tus vecinos bendecirán tu nombre.

9. Puedes  ahorrar una gran cantidad de dinero en tu factura eléctrica manteniendo al mismo tiempo la casa fresca.  Muchas casas situadas en pisos bajos o que tienen  orientación norte no necesitan apenas refrigeración forzada. La refrigeración tradicional implica un uso hábil de cortinas, estores, persianas y toldos, así como aprovechar las corrientes de aire que crea el efecto chimenea (el aire caliente, al ascender, es reemplazado por aire más fresco) en los patios de ventilación del edificio.

NOTA: los patios de ventilación dejan de funcionar como tales cuando alguien instala un compresor en su interior (ver punto anterior).

y 10. La refrigeración por evaporación es muy barata y reduce la temperatura con eficacia. Los evaporadores funcionan aprovechando el llamado efecto botijo, cuando el agua rezuma por las paredes porosas de barro. Al convertirse el agua líquida en vapor, absorbe una gran cantidad de calor del aire, lo que mantiene fresco el líquido en el interior de la vasija. Diversidad de aparatos aprovechan este efecto, combinado por lo general con un ventilador para repartir el aire fresco por la habitación. Bajan la temperatura fácilmente 3 o 4 cruciales grados y  su consumo energético es diez veces inferior al de un acondicionador de aire convencional.