Por fin, un entorno digital diseñado para un uso fácil por todo el mundo

Últimamente se habla mucho de las dificultades que tienen muchas personas, especialmente las de más edad, para hacerse con las herramientas del mundo digital. Pero es posible que el problema esté en las herramientas digitales mismas, y no en las personas que las utilizan. En el comienzo de los tiempos, la gente se sentaba delante de un ordenador y escribía una línea de código tal que así <SysIn_SysOut/Ctrl:Open?/Bad=2487/#> ¡para simplemente cerrar la pantalla! Eso mejoró bastante con los menús desplegables, con el Windows 95 que redujo la necesidad de usar códigos de programación por la interfaz gráfica de usuario, el primero fue Xerox en el año 63 (MSDOS), Apple en los años ’70, e IBM más tarde; pero queda mucho camino por recorrer. No tenemos que aprender el lenguaje de los ordenadores, ellos tienen que aprender el nuestro.

 

Economía circular a la fuerza

La economía circular está pasando de las bellas intenciones y declaraciones a la dura realidad: la acumulación de materiales y chatarra es tan enorme que ya sale más a cuenta reutilizarla que fabricarla ex novo. Algo así está pasando en la fabricación de coches.

 

Transporte colectivo a la demanda, por fin

Está ocurriendo algo parecido a la prometida y anhelada fusión de internet y la televisión: después de décadas de tanteos, se ha producido y no nos hemos dado ni cuenta. El transporte fluido, ni público ni privado, disponible en cualquier lugar y circunstancia gracias a sofisticadas tecnologías de la información, está a punto de salir del cascarón.

 

Tráfico urbano a prueba de imbéciles

Los estudios demuestran que un porcentaje de los que manejan coches en la ciudad se comportan neciamente. Son esos que aceleran ante el paso de peatones para ver si así intimidan a los que quieren cruzar en ese momento. Se está poniendo en marcha una amplia batería de medidas para blindar la ciudad ante este tipo de conductores. La fundamental es reducir la velocidad a 20 o 30 km/h y hay algunas más, como semáforos que se ponen automáticamente en rojo ante coches veloces y toda clase de badenes reductores de la velocidad.

 

Etiquetas para la carne, como la de los huevos

Ya es un clamor: ¿por qué la carne carece de una etiqueta de tipo de crianza de los animales como la que tienen los huevos? Esta indica tres posibilidades: gallinas camperas, en el suelo y en jaula (clase 1, 2 y 3 en la etiqueta). Esta clasificación facilita la elección de los consumidores y de los mercados. Por ejemplo, Lidl ya no vende huevos de clase 3. Existe otra clase, la nº 0, que se refiere a gallinas alimentadas con pienso ecológico.

 

El fin de la comida dual

Por una serie de circunstancias, la comida se ha partido en dos: por un lado, alimentos de calidad caros y por otro la llamada comida chatarra barata. Por ejemplo, salchichas sin carne de verdad a base  de CSM*, grasa, aditivos, sal y azúcar a 2 €/kg y salchichas con un 90% de carne a 20 €/kg. Es lo que hay. Esta situación insostenible no parece de fácil solución, pero ideas como la del ministro alemán de agricultura pueden ayudar.

(*) CSM: carne separada mecánicamente.

 

Teleacoplamiento en el supermercado de tu barrio

“Las primeras fresas del sur de España pronto estarán disponibles de nuevo en los supermercados alemanes”. Hasta ahí, bien. El problema, según el periódico alemán que publica la noticia, es que eso puede suponer la destrucción de Doñana, el buque insignia de la conservación de la naturaleza europea, si se legalizan los regadíos ilegales de la zona. Hay un fresoducto que va desde Huelva a Alemania, buena parte de la producción se vende allí. ¿Qué van a hacer los compradores alemanes de fresas, rechazar el producto? Aldi ha enviado cartas a sus proveedores de hortalizas que vierten aguas al Mar Menor pidiendo explicaciones por la extraordinaria contaminación de esta laguna litoral. ¿Estamos asistiendo a un ejemplo de teleacoplamiento de larga distancia, en el que Alemania determina el estado de calidad de las aguas en España, a través de la cadena comercial de los alimentos?

 

El fin de la cortina de humo del ciudadano-consumidor-responsable del planeta (a base de comprar eco)

«Cuando los productos más baratos, accesibles para todos, se puedan comprar con la conciencia tranquila, volveré a sentirme orgulloso [de ser un eco-consumidor]» –dice el filósofo australiano Matt Beard. Tiene razón, algo que no es accesible no es sostenible por definición. Por ejemplo, un coche eléctrico de 50.000 €. Hace casi medio siglo (desde 1973) que la industria automovilística enfrenta el problema del coche eléctrico, y hasta ahora solo ha conseguido cochazos eléctricos muy caros y de autonomía limitada, o bien carricoches de autonomía muy limitada. Nada de un utilitario eléctrico para la gente común. El sistema (productos eco caros para la élite eco) se extiende a los alimentos, la ropa, los electrodomésticos, etc. Los eco-consumidores apuntalan así un sistema económico que funciona mediante la venta masiva de productos insostenibles, como la carne de macrogranjas, el coche de motor de explosión o la ropa ultrabarata dopada de poliéster.

 

Diseño circular para alimentos

Una interesante iniciativa de la Fundación Ellen MacArthur, El gran rediseño de alimentos: regenerando la naturaleza con la economía circular.

 

De tanto greenwashing, las grandes empresas se están quedando en los huesos

Todo empezó de la manera más inocente, a base de financiar carreras populares con fines benéficos y pintar un poco de verde la empresa, pero ahora las cosas se han puesto serias. Toda gran industria que se precie ya casi no emite CO2 en sus fábricas, usa o va a usar vehículos eléctricos para el transporte, plantea la neutralidad de carbono para una fecha próxima y empieza a practicar el reciclaje en sus tiendas. Sea un banco, una firma de ropa, una fábrica de coches o una empresa de bebidas refrescantes.

El problema empieza ahí. Con la producción limpia como una patena, sin CO2 ni engorrosos residuos, llegamos al hueso duro de la economía, al núcleo del negocio: financiar la economía insostenible, inundar el mundo de ropa imposible de reciclar, poner en las calles coches contaminantes o vender millones de toneladas de bebidas edulcoradas no muy buenas para la salud. ¿Se atreverán a dar el siguiente y lógico paso hacia la sostenibilidad?

 

Jesús Alonso Millán

Fotografía: Konrad Wojciechowski en Unsplash