Motor con tecnología vintage

El motor de tu coche se desarrolló a mediados del siglo XIX y no ha cambiado mucho desde entonces. Consiste en una cámara de combustión donde explota a intervalos regulares una mezcla de aire y gasolina (por eso se llama motor de explosión). La fuerza de la ignición empuja hacia abajo un cilindro. Y ya no tenemos más que convertir ese movimiento de vaivén en un movimiento circular, por ejemplo mediante una biela, para conseguir mover las ruedas del coche y a nosotros dentro. Esta tecnología primitiva se incorpora de serie a los coches actuales, sin sobrecoste.

Emisor de disonancias

Principalmente debido a que el motor de un coche funciona a base de explosiones rítmicas, tu vehículo es un rico emisor de toda clase de ruidos. Hasta tal punto, que las ciudades disfrutan de un estruendo continuo (ruido urbano) achacable en un 80% a los coches.

Embestidor

Esa pieza de plástico que tiene tu coche en la parte delantera se suele llamar parachoques o paragolpes, pero en realidad es un magnífico embestidor de todo lo que se ponga por delante de tu vehículo: otros coches, personas, animales, troncos de árbol o muros. El resultado final son miles de muertos y decenas de miles de heridos graves al año, solamente en España.

Sistema de conducción analógica multitarea

Los coches no lo traen de serie, así que es necesario colocárselo después. Se trata de un conductor o conductora, que se pone al volante y maneja además las marchas, los pedales y los diferentes artilugios del vehículo. Los conductores analógicos, o sea humanos, no pueden distraerse ni un segundo si no quieren tener accidentes.

Generador de subproductos atmosféricos

Es una consecuencia de la tecnología vintage del motor. El combustible quemado genera, por sí solo o en combinación con los elementos de la atmósfera, una rica mezcla de productos tóxicos y gran cantidad de CO2. Hasta tal punto, que el 80% de la contaminación del aire en una ciudad deriva del tráfico de coches.

Espacio volumétrico significativo

Aunque no suele tener más de cuatro o cinco plazas, un coche medio ocupa entre seis y ocho metros cuadrados y un volumen correspondiente, con peso de entre una y dos toneladas. En una ciudad media, el espacio ocupado por los coches es de aproximadamente las tres cuartas partes del espacio público disponible. Los peatones se apañan con la cuarta parte restante.

Generador de cambios mecánicos negativos

Otra consecuencia de la tecnología vintage del motor de explosión es que sus piezas están sometidas a un golpeteo incesante, lo que las desgasta y las hace fallar cada cierto tiempo. Este tipo de motor, además, necesita toda clase de consumibles, sobre todo grandes dosis de lubricante.

Atractor social

Tu coche atraerá todas las miradas, por una razón o por otra. Son clásicos los comentarios de los cuñados a favor o en contra, pero habrá más. La razón es que tu coche no es solamente una máquina de transporte, sino algo que refleja con exactitud tu estilo de vida y tu posición en la sociedad.

Envoltura normativa extendida

Este extra también es gratis y viene de fábrica. Hay innumerables leyes, regulaciones y ordenanzas que regulan hasta el menor detalle del movimiento en el espacio y en el tiempo de tu coche: su velocidad, las luces que lleva encendidas y apagadas, su colocación en la calzada, dónde está aparcado, si pasó o no la ITV, etc. Hasta el punto que hay decenas de miles de profesionales dedicados en exclusiva a perseguir y multar las correspondientes infracciones.

Conector automático con la OPEP

A través de las gasolineras y sus carteles luminosos anunciando el precio por litro del combustible, el dueño de un coche está conectado permanentemente con la actualidad mundial. Conflictos internacionales y decisiones de los lobbys petroleros harán subir o bajar el precio de la gasolina o el gasóleo, manteniendo en vilo a los conductores y haciéndoles recorrer muchos kilómetros para encontrar la estación de servicio con precios más baratos.