Fotografía: Omer Rana on Unsplash

El mundo hoy en día es urbano. La mayor parte de la población actual vive en ciudades, zonas llenas de asfalto, humo, edificios, hormigón y gente mucha gente, son entornos 100% humanos…¿o no?.

Siempre hemos pensado que la biodiversidad está ligada a entornos rurales pero, aunque parezca hostil, las ciudades son un ecosistema más en el que conviven distintas especies de plantas y animales. Nuestra forma de vida frenética nos impide parar, mirar a nuestro alrededor y darnos cuenta de la vida que se desarrolla a nuestro alrededor.
Una ciudad rica en biodiversidad es una ciudad con mayor resiliencia, donde la lucha contra el cambio climático es más fácil, ¿por qué?. Bueno, una alta biodiversidad implica un alto volumen de vegetación, que en un ambiente urbano se transcribe en los llamados bosques urbanos, los cuales proporcionan a la ciudad una serie de beneficios como:

• Una mejor calidad del aire. Las plantas son sumideros de carbono, es decir, durante la fotosíntesis captan carbono para obtener energía y liberan oxígeno.
• Reducción local de la temperatura de hasta 5ºC. Las plantas actúan como agentes “refrigerantes” ya que amortiguan las altas temperaturas con la evapotranspiración.
• Reducción del efecto de isla de calor mediante la absorción de la radiación solar.
• Mejora de la calidad de vida (se ha visto una correlación entre entornos con abundantes plantas y menores niveles de estrés para los ciudadanos).
• Promueve la infiltración de agua de lluvia y disminuye su pérdida por evaporación.
Además la presencia de estos bosques urbanos implica toda una comunidad de insectos, pájaros, mamíferos, etc.

Viendo los beneficios que la biodiversidad implica son cada vez más las ciudades que están llevando a cabo medidas para transformar las urbes en bosques urbanos.
A la cabeza de este cambio están ciudades como Londres con el proyecto «Bankside Urban Forest”, Pennsylvania con la iniciativa “Tree Pittsburgh” o París, que recientemente ha publicado el Plan Biodiversidad (2018 – 2024). Este último proyecto se basa en tres objetivos principales: fortalecer las zonas verdes y azules (zonas con presencia de agua) para ofrecer continuidad ecológica, y que pueda existir movilidad entre poblaciones; hacer de la biodiversidad un elemento estructurante, principalmente mediante la planificación urbana y la gestión sostenible del espacio; y por último la educación y sensibilización de la ciudadanía, y el resto de sectores implicados, en la importancia de la biodiversidad y la ecología urbana.

Pero, ¿es posible aplicar este concepto de bosque urbano a una ciudad como Madrid? por supuesto. Al igual que la capital francesa Madrid cuenta con numerosos espacios verdes y bulevares que actúan como cunas de biodiversidad y cuya conexión no es una tarea difícil. Además el emplazamiento de la capital entre importantes espacios naturales como el Sistema Central, los parques naturales del Guadarrama y del Sureste o los Montes de Toledo, facilitarían la transformación de la ciudad en un bosque urbano, ya que se cuenta con múltiples especies autóctonas muy cerca de la urbe por lo que las conexiones entre ciudad-campo no supondrían un gran esfuerzo. De hecho tenemos un gran ejemplo de esta conexión en el Monte de El Pardo.

Nuestras ciudades no son solo nuestras, nunca lo han sido, como saben las palomas, gorriones, murciélagos, tortugas o ardillas. La ciudades son un entorno vivo, debemos verlo y utilizar lo bueno que puede darnos.

Carlota López