Heredero del Día de los Locos medieval, en el que los inferiores nombraban un rey o un papa y gobernaban jocosamente unas cuantas horas a la muchedumbre (lo que  parece ser el origen de las bromas del día de los inocentes), el Día Europeo sin Coche son unas horas en las que parece que el mundo se ha puesto del revés: hay plantas y muebles de jardín en las plazas de aparcamiento, los niños juegan en las calles sin temor a los vehículos, etc.

El Día Europeo sin Coche también pertenece a la tradición de los días internacionales que ponen de relieve un gran problema y la necesidad de solucionarlo: la destrucción de los ecosistemas planetarios (Día de la Tierra), la violencia contra los profesionales de la salud (Día Nacional contra las Agresiones en el Ámbito Sanitario), la penuria (Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza), y otros muchos.

Como tantos elementos de nuestra cultura ambiental, el Día sin Coche tuvo un antecedente a mediados de la década de 1970, cuando los precios del petróleo se dispararon y Occidente empezó a pensar, por primera vez, que sería buena idea empezar a quemar menos gasolina. Restablecida la calma, fue en 1998 cuando ciudades francesas e italianas organizaron el primer día sin coches con un formato parecido al actual. En 1999 se unieron varias ciudades de Cataluña.

En 2000 la importante ciudad de Madrid celebró su primer Día sin Coche con cortes de tráfico. El año anterior se había limitado a lanzar una débil recomendación de dejar el coche en casa y usar el transporte público, que nadie siguió. Eso fue un problema, pues Barcelona pudo alardear de una cierta reducción del tráfico y Madrid no.

En años sucesivos se unieron cientos de ciudades españolas, formando la participación más entusiasta de toda la Unión Europea. La jornada se llama técnicamente ¡La ciudad, sin mi coche! y a partir de 2002 fue incluido en la Semana Europea de la Movilidad, “una semana completa dedicada a diferentes aspectos de la movilidad sostenible”, con cuatro jornadas temáticas fijas : «Día del Transporte Público» (16 de septiembre), «Día del Peatón» (17 de septiembre); «Día de la Bicicleta» (18 de septiembre), «Día de los Niños y la Movilidad » (20 de septiembre).

En general, los días sin coche se han saldado con una indiferencia bastante general, muchas veces atascos de tráfico “monumentales” y las tradicionales quejas de los comerciantes. Se podría pensar que son un paripé, pero no es así. Año tras año, han creado un marco cultural diferente para el uso del coche privado en la ciudad. Poco a poco, se han creado zonas peatonales, carriles-bici, calzadas reducidas y aceras ensanchadas, limitaciones de velocidad, etc.

Ahora, cuando se acerca el cuarto de siglo de su primera celebración, el Día sin Coche está cerca de alcanzar el éxito. Las zonas de baja emisión y sus restricciones de tráfico asociadas, mandatorias para las ciudades de más de 50.000 habitantes, están a punto de entrar en vigor, pero eso es la parte más visible y legal de un clima cultural urbano que ya no ve al coche en propiedad como un elemento fundamental de la calidad de vida, sino más bien como un estorbo, engorroso y caro además.

Más información:

• Guía FVS: Sin coche.

Una historia del Día sin Coche en la web del Ayuntamiento de Murcia.

Información sobre el décimo aniversario de la Semana Europea de la Movilidad en la web del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

Vivir sin coches, por Alfonso Sanz Alduán (2000). 

Fotografía: Cody Nottingham en Unsplash