El agua que bebemos, aunque parezca limpia y cristalina no siempre está libre de impurezas, existen los llamados contaminantes emergentes cuya presencia en el medio ambiente se considera imperceptible, por lo que pasan inadvertidos y no están reconocidos como tales, pero la preocupación por sus posibles consecuencias ha ido en aumento y es por eso que es una de las líneas prioritarias de investigación para la OMS, la EPA (Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos) o la Agencia Europea de medio Ambiente.

De todos los contaminantes emergentes, los que posiblemente provocan mayor preocupación en los últimos años son los fármacos y, en particular, los antibióticos. El consumo de fár­macos en los países de la UE se estima en miles de toneladas por año, y muchos de los más usados, entre ellos los antibióticos, se emplean en cantidades simila­res a las de los pesticidas. Además de estos también son considerados emergentes productos de cuidado personal, antisépticos, detergentes y sus metabolitos, aditivos de la gasolina y agentes industriales entre otros.

Estos productos y sus metabolitos, es decir los productos intermedios que se forman pueden tener distintas rutas de transporte, por ejemplo cuando nos tomamos un ibuprofeno, a través de la excreción, se transportan hacia la red de aguas municipales residuales, donde son tratadas con distintos métodos, pero como la planta no esta dispuesta para eliminar estos contaminantes, salen igual que entraron, por lo que terminarán en aguas superficiales o aguas subterráneas, y estas a su vez pueden volver al comienzo del ciclo y ser ingeridas por los humanos. A pesar de que estamos hablando del orden de nanogramos, es decir cantidades muy pequeñas, no hay que olvidar que lo que llega a nuestras aguas son una serie de contaminantes que aún no sabemos como perturba a los seres vivos pero que son ajenos a nosotros por lo que de alguna manera pasarán factura, ya sea al medio ambiente o a nuestra salud.

Tienen una serie de propiedades, que hacen de ellos sustancias que no deberían pasar inadvertidas, como por ejemplo, que son bioacumulables, muy persistentes en el medio y tienen una gran capacidad de transformación, generando productos intermedios, como son los metabolitos, que en muchas ocasiones son más tóxicos y que pueden llevar un riesgo para la salud humana y medio ambiente. Es el caso de un estudio llevado en la Universidad Rey Juan Carlos en el que un metabolito de la cocaína (benzoilecgonina )afecta a la germinación de las plantas, y el que según los científicos a bajas concentraciones puede causar efectos adversos en el desarrollo de esporas del helecho.

A pesar de que la reciente Directiva 2013/39/UE que es la que regula las sustancias prioritarias  en el ámbito de la política de aguas, ha ampliado su lista de sustancias prioritarias hasta 45, de las que 21 son consideradas peligrosas, la mayoría de contaminantes emergentes no está regulada por ninguna legislación, ni española ni europea por lo que aún queda mucho por hacer e investigar sobre esta línea y lo que debemos tratar es de mejorar nuestras técnicas de detección y eliminación con tecnologías innovadoras, ya que las depuradoras que tenemos hoy en día, no están preparadas para eliminar estos contaminantes, ya que suelen ser procesos muy caros, y los costos de tratamiento de agua no pueden equilibrar la reducción estimada del riesgo.

Marta Espejo Rayo

 

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