La jornada “Responsabilidad Corporativa para la alta dirección de la empresa” organizada por el Club de Excelencia en Sostenibilidad el pasado jueves, en el Auditorio Saint-Gobain Placo, permitió echar un vistazo a las últimas tendencias y corrientes en materia de sostenibilidad y Responsabilidad Social Corporativa.

Juan Alfaro, Secretario General del Club, abrió la jornada con una muy interesante exposición acerca del papel de las empresas (grandes) en esta complicada situación en que estamos, apenas salidos de una recesión financiera y ya cayendo en otra, al parecer, en medio de una crisis ambiental, social y económica de grandes proporciones. Como dijo Alfaro al comienzo de sus exposición, “esto ya no va de pájaros y flores”, queriendo decir que ya hemos dejado atrás la era del greenwashing fácil: la sostenibilidad debe afectar al core bussines o no sirve de nada.

Jalón muy importante en el camino hacia la sostenibilidad de las empresas es la Ley de información no financiera, obligatoria para empresas a partir de cierto tamaño –pero que pronto afectará a casi todas– que puede impedir que los auditores aprueben las cuentas de la empresa si la información no se suministra correctamente, con las consecuencia que eso puede suponer.

Un segundo aspecto importante es la lista de ODS 2030, que proporciona una especie de armazón metodológico para alinear a las empresas con la sostenibilidad. Y no solamente los 17 objetivos, sino los objetivos subsidiarios que se pueden desprender de los principales, como mostró Ricardo Martín, de ABB, en relación con el Objetivo 5, Igualdad de género, que se puede completar con el objetivo 5.b, 5.c o 5.d Igualdad en relación con la opción sexual, la etnia, la edad, etc.

El tercer aspecto que protagonizó la jornada fue la economía circular, considerada como la metodología central (casi una panacea) de la ruta hacia la sostenibilidad de las empresas, así como los ODS 2030 marcan los objetivos a alcanzar. En este sentido, Víctor Bautista, director general de Saint-Gobain Placo Ibérica, hizo un relato sin contemplaciones de lo mucho que queda por hacer en materia de reciclaje de los materiales de construcción, mucho más de la mitad de los cuales, con componentes tóxicos incluidos, se lanzan a vertederos a coste muy bajo, una situación completamente insostenible.

Las empresas que enviaron ponentes narraron diversas iniciativas, pero hubo una protagonista inesperada de la jornada: Greta Thunberg, y por extensión la consciencia de que el cambio climático y la triple crisis global a que hacíamos alusión arriba no se puede dejar de lado por mucho que nos empeñemos.

A continuación llega el mundo real: puede ser fácil implantar medidas de ahorro de agua y energía, llegar a acuerdos con ONGs, etc., pero qué pasa cuando los cambios no afectan a la periferia, sino al mismo núcleo del negocio o a elementos imprescindibles de él. Es el caso de los plásticos usados como envases, o los vehículos de motor de combustión usados para la logística, etc. Por ejemplo, se recalcó que muy pocas empresas han implantado planes de movilidad sostenible, a pesar de que el mundo del transporte urbano está cambiando muy rápidamente, como muestra el caso de Madrid Central, prólogo de una tendencia que todas las ciudades del mundo están siguiendo.

Las empresas también deben tener en cuenta otros grupos de interés aparte de los accionistas, como los trabajadores: recientemente 4.500 empleados de Amazon exigieron alinear su empresa con los ODS en relación con la crisis global. Los ciudadanos consumidores también pueden dar sorpresas, como muestra el hecho de que, encuesta tras encuesta, los millennials y generaciones asociadas muestren un limitado interés por el coche en propiedad.

También se dejó traslucir la incomodidad empresarial con las soluciones coercitivas –como fechas límite y prohibiciones de fabricación de determinados productos. En su lugar, las empresas prefieren soluciones  business-to-business o B2B, que terminen conformando un ecosistema industrial circular en que los desechos de una empresa sean la materia prima de otra.

Tampoco gustan, como era de esperar, las fechas límite, y en general 2050 se plantea como el año en que la mayor parte del recorrido hacia la sostenibilidad de las empresas estará hecho… sin prisa pero (esperemos) sin pausa.

 

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