El cambio climático está aquí, el último informe del IPCC nos lo demuestra, y en muchos aspectos ya podemos sentir sus consecuencias, pero no afecta a todos por igual. Las mujeres, y en concreto las que viven en zonas empobrecidas y más vulnerables, están en primera línea.

El tradicional papel de cuidadoras y el puesto secundario que ocupan en la sociedad hace que sean las primeras en sentir las consecuencias derivadas del cambio climático, por ejemplo, en actividades cotidianas como conseguir agua limpia, el mantenimiento de pequeños huertos familiares o el cuidado de familiares por enfermedades causadas por el cambio climático. Aun así son el mejor ejemplo de resiliencia y lucha:

  • Estados Unidos, 1962, se publica el libro «La primavera silenciosa» de Rachel Carson, bióloga marina y conservacionista, con el cual alzó la voz de alarma y contribuyó a la formación de la conciencia ambiental actual.
  • India 1973, un grupo de mujeres campesinas abrazaron a 300 fresnos e impidieron que la industria maderera los talara. En la actualidad las mujeres Chipko continúan luchando por la conservación de los bosques en las regiones del Himalaya, en las provincias de Garhwal y Kumaon.
  • Estados Unidos 1980, las amas de casa del barrio de Love Canal, con Lois Gibbs a la cabeza, se unieron para demostrar que los numerosos problemas de salud que sufría su comunidad eran debidos a un vertedero de productos químicos tóxicos y al vertido de químicos en el canal que atravesaba el pueblo. Consiguieron que se reubicaran a 900 familias y que se proclamara una ley de responsabilidad ambiental contra los responsables.
  • Inglaterra 1983, setenta mil mujeres formaron una cadena humana de 23 kilómetros para protestar contra los misiles nucleares estadounidenses alojados en suelo inglés. Llegaron a estar acampadas en la base militar de Greenham Common durante veinte años hasta que consiguieron que se marcharan.
  • Estados Unidos 1997, Julia «Butterfly» Hill puso su vida en peligro al pasar 738 días en la cima de una secuoya milenaria para evitar que fuera talada. Consiguió no solo salvar al árbol sino también que se protegiera el área que lo rodeaba.
  • Colombia 2014, ochenta mujeres de las montañas del Cauca, encabezadas por Francia Márquez, emprendieron una marcha de diez días y 563 kilómetros hasta Bogotá con el objetivo de detener la minería ilegal de oro en sus tierras. Consiguieron que todos los mineros y equipos ilegales se marcharan.

Todos estos eventos tienen dos cosas en común: mujeres y voluntad de conseguir un planeta mejor.

Para entender mejor el papel que pueden jugar las mujeres a la hora de defender y proteger su entorno y su comunidad, en este vídeo la ganadora del Premio Nobel Wangari Maathai –bióloga, ecologista y activista política keniata– muestra el proyecto Cinturón Verde, un movimiento iniciado por ella con el que busca el empoderamiento de las mujeres campesinas a través de la recuperación de ecosistemas. No hay mejor ejemplo para ilustrar que las mujeres son un pilar fundamental en la lucha contra el cambio climático.

Carlota López Fernández

Fotografía: Paddy O Sullivan en Unsplash