Fotografía: lan deng on Unsplash

El concepto actual de la moda es el conocido como “fast-fashion”, el cual consiste en una producción y consumo masivo de ropa en un tiempo reducido. Todo ello, se resume en una ropa mayoritariamente de baja calidad, con materiales sintéticos y con una vida útil promedio baja.

Según la ONU, este sector produce el 20% de las aguas residuales mundiales y el 10% de las emisiones globales de carbono. Para hacernos una idea, fabricar unos pantalones vaqueros gasta un promedio de más de 7500 litros de agua. En 2016 en Estados Unidos, se produjeron un total de 16.890.000 toneladas de ropa, de las cuales 11.150.000 acabaron en un vertedero, 3.170.000 se incineraron con valorización energética y 2.570.000 se reciclaron. Hablando en porcentajes, significa que el 67% de la ropa producida en EEUU termina acumulándose en un vertedero y un 18% es incinerado, lo que nos sitúa en una tasa restante de reciclado de apenas un 15%. Además, los tintes usados para dar color a las distintas prendas de ropa muchas veces terminan en los ríos adyacentes a las fábricas, lo cual genera importantes impactos en la flora y fauna aguas abajo. Un ejemplo conocido es el de Bangladesh, cuyo río se ha fotografiado de distintos colores debido al vertido de aguas mezcladas con los tintes.

Otro factor a tener en cuenta son las condiciones laborales de los trabajadores. Al tratarse de una producción en masa, se recurre a una disminución de costes contratando mano de obra barata, la cual muchas veces se encuentra bajo condiciones de explotación. Todo ello da lugar a sueldos ridículos, jornadas laborales excesivas, condiciones de trabajo pésimas e incluso explotación infantil.

Las fibras textiles usadas en la moda son principalmente el algodón, el poliéster y el nylon. Estas fibras puede ser naturales (algodón) o sintéticas (poliéster y nylon), pero su producción en masa para la fabricación de prendas genera diversos impactos ambientales. El algodón, es el tercer tipo de cultivo que más agua requiere. Para hacernos una idea, producir un kilogramo de algodón requiere entre 5000 y 10000 litros de agua, en función de la técnica empleada. Uno de los mayores desastres derivados de este cultivo, fue la desecación del mar de Aral, situado entre Kazajistán y Uzbekistán. Dicho desastre, fue producido por la desviación de los cauces de los dos ríos principales que desembocaban a este “mar interno” para abastecer los grandes cultivos de regadío de la zona, principalmente algodón.

Por otro lado, las fibras sintéticas (poliéster y nylon) son producidas mediante compuestos químicos, principalmente derivados del petróleo. Sus impactos no son precisamente pocos, puesto que al tratarse de derivados del petróleo en su producción se emiten una gran cantidad de gases de efecto invernadero. Además, son compuestos no biodegradables, y el lavado de estas prendas hace que desprendan sus fibras generando microplásticos que terminan llegando al mar.

A la vista de los impactos generados por la moda, han surgido distintos movimientos como son el de la moda sostenible o “slow-fashion”. Estos movimientos defienden un concepto de moda sostenible, la cual se basa en ropa con un bajo impacto ambiental. Para ello, utilizan fibras naturales orgánicas como el algodón, el cáñamo, el lino, el bambú, la seda o incluso fibras recicladas. También, se hacen cargo de que el transporte de las prendas tenga un impacto mínimo y que las condiciones laborales hayan sido adecuadas. Algunos ejemplos de las muchas marcas de ropa “slow-fashion” son: Re/Done, Noah, Olderbrother, Reformation, Mara Hoffman y Patagonia.

A parte de las marcas “slow-fashion”, hay marcas de ropa que ofrecen iniciativas de reciclaje de las prendas, como es el caso de la marca HM. Esta iniciativa en particular, consiste en que cualquier persona puede depositar en la tienda su ropa gastada o en desuso independientemente de la marca que sea. El destino de esta ropa dependerá de su estado, pudiendo ser reutilizada (venderla como ropa de segunda mano) o reciclada (como paños o aislantes para los coches).

Seguramente te encuentres con que muchas de las marcas “slow-fashion” tienen precios más altos que las marcas convencionales o “fast-fashion”, pero hay que tener presente que hacer un producto elaborado con material seleccionado de calidad y teniendo en cuenta los impactos ambientales asociados, hace que aumenten considerablemente los costes de producción. A todos nos molesta pagar de más por un producto que cumple la misma función que otro aparentemente igual pero más barato, pero muchas veces la vida útil de un producto de mayor calidad amortiza el gasto adicional que supone el de mayor calidad. Por ejemplo, si un vaquero de calidad nos dura 3 años y nos cuesta 80 euros, y uno de menor calidad nos cuesta 20 y nos dura 4 meses, nos seguirá saliendo mucho más rentable comprar el de 80.

El problema reside en que muchos aficionados al mundo de la moda no compran por necesidad, compran por gusto. Es comprensible que cogiendo productos de calidad o ecofriendly no puedas permitirte tener 100 prendas de ropa distintas en tu armario, pero no te preocupes, hay algunas soluciones para evitar perjudicar más de lo necesario a nuestro planeta. Algunas de estas soluciones, son principalmente distintas aplicaciones de compra-venta o intercambio de ropa. Este método te permite acceder a una gran variedad de artículos de moda a un precio considerablemente menor al de su puesta en el mercado, debido a que son artículos de segunda mano. De esta forma darás una segunda vida a tu ropa que ya no utilices (obteniendo dinero) además de favorecer la reutilización de la ropa en vez su fabricación. Algunas de las apps más populares de compra-venta son Vinted y Depop. Además, también hay aplicaciones en las que se intercambia la ropa durante un tiempo acordado entre los usuarios, por ejemplo, The Nu Wardrobe.

En conclusión, deberemos realizar compras más responsables, siendo recomendable conocer de dónde viene y cómo se produce el producto que vamos a comprar y, en la medida de lo posible, evitar hacer compras innecesarias.

Lucas Peces Coloma

 

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