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Cada vez es más evidente que el alto consumo de carne es algo perjudicial para nuestro organismo, el medio ambiente y por supuesto para los propios animales.

Existe una gran controversia sobre esto. Actualmente se han incrementado mucho los casos de las personas que han tomado la decisión de ser vegetarianas o veganas. Cada una de ellas tendrá sus razones de peso por las cuales llevar ese estilo de vida. Lo que muchos desconocemos es el gran impacto que produce en nuestro planeta el consumo de productos de origen animal.

A esto se le suma que el consumo de carne en exceso (como cualquier otro alimento) puede resultar perjudicial para nuestra salud, por el gran aporte tanto de grasas como de proteínas a nuestro organismo. Lo que los expertos recomiendan es consumirla (si es que lo haces) una vez por semana, lo que nos beneficiará a largo plazo, ya que se reemplazaría por otros alimentos más saludables como las verduras, cereales, legumbres, fruta, etc.

Una de las premisas que nos puede ayudar a tomar una decisión es tener en cuenta los dos principales tipos de ganaderías que hay: la intensiva y la extensiva. La primera consiste en la producción masiva de los productos obtenidos de los animales, que tienen en condiciones mejorables con el único objetivo de obtener el mayor beneficio en el menor tiempo posible, mientras que la ganadería extensiva es todo lo contrario. Lo más importante es que aprovecha de forma eficaz los recursos naturales del territorio, con un menor uso de materias primas y principalmente mediante pastoreo. Esta podría sernos de ayuda a la hora de tomar la decisión de adoptar una dieta flexitariana, pues el poco consumo de carne no perjudicaría ni al medio ambiente ni a los propios animales. Esta dieta flexitariana consiste en la reducción del consumo de productos animales, consumiendo carne de forma ocasional, por ejemplo, solo los fines de semana, acostumbrando así a nuestro organismo a estos cambios.

Pero, ¿y qué ocurre en el medio ambiente con el modelo ganadero intensivo?

Este se ve seriamente afectado, siendo la ganadería el sector que más gases de efecto invernadero emite a la atmósfera, un 18% aproximadamente, después del transporte que emite un 22%, según los datos aportados por la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Fundamentalmente la ganadería intensiva resulta insostenible y conlleva un gasto innecesario de energía, combustibles, etc., pues el transporte de esta mercancía de unos lugares a otros supone un mayor gasto que cualquier otro tipo de producto alimenticio, por ejemplo de origen vegetal.

El medio físico también se ve afectado, pues el cambio del uso de las tierras debido al pastoreo puede producir la deforestación. Actualmente el 10% del terreno agrícola del planeta se destina a pastos y otro 10% a la producción de cereales para alimentar el ganado. Si practicamos una dieta rica en proteínas animales tenemos que saber que estamos contribuyendo a que se produzca de manera intensiva la carne, siendo una de las principales causas del calentamiento global.  Para alimentar a un gran número de ejemplares de ganado hay que cultivar grandes extensiones de cereales, lo que produce un consumo excesivo de fertilizantes, pesticidas y muchos productos tóxicos y perjudiciales para el medio ambiente.

Mantener una dieta equilibrada y sin excesos no solo va a ayudar a disminuir la contaminación atmosférica, sino que también va a ser beneficioso para nosotros mismos, de lo contrario, si nos excedemos consumiendo estos productos podemos ser más vulnerables a la posibilidad de padecer alguna enfermedad como la obesidad, la diabetes, el cáncer de mama, vejiga o de colon, problemas cardiovasculares, etc. Esto no quiere decir que por el mero hecho de consumir carne vamos a padecer estas enfermedades, sino que si la consumimos en exceso podemos llegar a ser más propensos a ello y que en general, el consumo de cualquier alimento sea animal, vegetal o de cualquier otro tipo (sal, azúcar, alcohol…), en exceso, no es beneficioso para nuestra salud.

Uno de los motivos con más peso por el que quizá la mayoría de personas no consume carne es el maltrato animal. Aquí existen multitud de opiniones pero la realidad es que indudablemente muchos de los productos que consumimos sabemos cómo se obtienen, lo que ocurre es que muchas veces preferimos no saberlo, ya que de conocerlos casi el 100% de la población evitaría consumirlos. Sin embargo, también existen personas que consumen carne con moderación y no por ello están de acuerdo con el trato que se les da a algunos animales. Esto para los que son vegetarianos o veganos les resultará hipócrita, cosa que es entendible, pero ahí ya entra la ética y la moral de cada uno y como quiera aplicarla en su día a día.

En general en este tema existe un gran debate. Hay personas que consideran que una dieta equilibrada y completa requiere el aporte de proteínas animales a partir del consumo de estos o de productos de origen animal, mientras que otras no contemplan esta opción prefiriendo únicamente alimentarse de alimentos extraídos de la tierra. En el primer caso hablamos de la dieta omnívora, y en el segundo de la opción vegana. Luego existe otra que estaría entre medias de las dos; la vegetariana, que consiste únicamente en evitar la carne y el pescado, pudiendo consumir productos de origen animal como los huevos o la leche por ejemplo.

Muchas veces optamos por una opción u otra, probando a ver cuál es la que mejor nos sienta, pero no siempre es la acertada. Hay que tener en cuenta que obviamente no todas las personas tenemos las mismas condiciones, en cuanto a la salud se refiere, por lo que antes de elegir o decantarnos por una determinada dieta o estilo de vida, lo correcto sería consultarlo con un especialista para que nos oriente según nuestras necesidades.

Bárbara Borgia Royo

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