A pesar del jarro de agua fría que el presidente de Volkswagen nos tiró encima hace unos días, cuando prometió dos cosas completamente incompatibles entre sí –empezar a fabricar coches eléctricos en serio y seguir vendiendo coches diésel mucho más en serio– parece que todos estamos de acuerdo: al vehículo de motor de explosión le quedan dos telediarios. Hay razones poderosas para pensarlo así, que vamos a esgrimir utilizando dos ejemplos mientras los fabricantes europeos se aclaran.

El Plan Aire II utiliza el nuevo acrónimo VEA para decir “coche eléctrico” y lo considera un puntal de la limpieza de la atmósfera:  “Los Vehículos con Energías Alternativas (VEA) ofrecen soluciones a la necesaria disminución de las emisiones de contaminantes…”, dice, y luego explica que se refiere a coches de GLP, gas natural, eléctricos y de hidrógeno. La experiencia de coches VEA en los últimos años muestra que solamente los coches de GLP tienen alguna venta, en el sector de vehículos profesionales, los de gas natural muy pocas y los de hidrógeno testimoniales. Es muy probable que el Congreso comience a debatir la fecha de prohibición de venta de coches de motor térmico muy pronto, siguiendo el ejemplo de Holanda, Noruega, Alemania, India, China, etc.

Todos los planes autonómicos y municipales de calidad del aire incluyen estímulos a los coches VEA, es decir a los eléctricos. El Plan A de Madrid incluye una secuencia de prohibiciones que comienza dentro de unos meses con el cierre del distrito Centro al tráfico general, excepto de coches eléctricos. En 2025 se prohibirá la circulación en toda la ciudad de coches antiguos diésel, en paralelo se van a establecer restricciones de aparcamiento, etc. Los eléctricos pueden pasar por encima de toda esta secuencia de restricciones al tráfico, no les afecta en absoluto.

¿Quiere esto decir que nuestro próximo coche será eléctrico? Pues no del todo. Es muy posible que el próximo coche que usemos para ir a a trabajar sea eléctrico, pero tal vez no sea nuestro coche. Esto está en relación con el famoso peak oil, el pico del petróleo. Desde hace décadas, los agoreros energéticos explican que no hay recambio posible para el petróleo, que sin petróleo nuestra civilización colapsará. Los optimistas energéticos replican que podemos tener energía de sobra empleando las tecnologías renovables. Hay muchos estudios que demuestran que es perfectamente posible llegar al 100% de abastecimiento energético a base de renovables en 2050 o antes. Los pesimistas mueven la cabeza y aducen que eso es imposible, calculando las miles de hectáreas que habrá que cubrir de paneles fotovoltaicos, los miles de aerogeneradores, las enormes instalaciones de almacenamiento de energía que necesitaremos, las necesidades de interconexión, etc.

Cada vez se va abriendo más camino la idea de que no será posible cambiar un modelo energético derrochador fósil por otro modelo energético derrochador renovable. Algo tiene que cambiar en nuestro estilo de vida. Muchos estudiosos alegan que el objetivo 100% renovable es factible, incluso fácil, con una reducción del consumo de energía y materiales drástico, de la mitad para abajo.

Y aquí entra el coche eléctrico. El coche de motor de combustión interna es hoy por hoy la principal y casi única razón para seguir sacando petróleo de la tierra y el mar. La industria ya casi no lo usa, ni el sector residencial, ni la fabricación de electricidad (pero esta última sí usa mucho carbón). El coche eléctrico está “prediseñado” para usar electricidad renovable. Incluso puede servir para almacenarla en sus baterías por la noche, cuando el consumo baja pero los aerogeneradores siguen girando. Pero las grandes ventajas del coche eléctrico (silencioso y limpio) se anularán cuando tengamos grandes atascos de coches eléctricos. Por muy silenciosos y limpios que sean por separado, una congestión de diez o doce mil coches eléctricos sigue siendo una pesadilla ambiental.

Es verdad que tener un coche en propiedad es como tener una cuenta de Facebook o usar WhatsApp. Los más jóvenes ya no piensan comprarse un coche y usan Instagram y Telegram. La razón es que esas personas saben que con un móvil en el bolsillo tienen todos los coches del mundo a su disposición. El sistema de coches eléctricos de uso público funciona muy bien actualmente, con unos pocos cientos o miles de vehículos por ciudad, así que cabe esperar que cuando sean decenas de miles podrán sustituir con facilidad los viajes cotidianos que hoy requieren cientos de miles de vehículos. Tener un coche en propiedad será cosa de algunos aficionados, pero a la mayoría de la gente no le hará ninguna falta. Es una lástima, pero no parece probable que termines comprándote un coche eléctrico, ¡sólo tendrás que utilizarlo!

 

Hablando de coches eléctricos: hemos publicado una iniciativa para impulsar los coches electrodomésticos. Puedes apoyarla haciendo clic aquí.