No hace falta que llamemos al señor Lobo, el hombre que soluciona problemas, cada vez que tengamos un problema de limpieza en casa. Podemos hacerlo nosotros mismos. No tenemos más que evitar estos errores frecuentes para tener nuestra casa bien limpia y nuestra conciencia tranquila, gastando menos dinero y sin apenas esfuerzo.

Nº 1: La obsesión por el brillo

Querer que todo brille como un espejo es una manía cara y trabajosa. No es necesario que los suelos o la encimera brillen como espejos para garantizar que están limpios. Tampoco es necesario usar productos especiales para dejar la placa vitrocerámica con un lustre cegador. Una limpieza cuidadosa bastará, ¡ten en cuenta que es una cocina, no una escultura futurista! En general, aprecia el tono mate en lo que vale.

Nº 2: La manía bactericida

Tener el fregadero como un quirófano, además de ser imposible, no ayuda a nuestra salud, es caro y resulta muy trabajoso. Es inevitable que haya cierta cantidad de bacterias y microorganismos en todas las partes de la casa, incluyendo fregaderos y cuartos de baño, que la limpieza corriente y regular mantiene a raya sin problemas. No uses jabones bactericidas a no ser que tengas un problema de salud y tu médico te lo recomiende.

Nº 3: El arsenal completo de productos

Gastar un dineral en productos de limpieza y tener el armario repleto de esprays, botellas, frascos y artilugios (uno para cada superficie) es bastante inútil. A veces no tendrás más remedio que comprar algo especial, por ejemplo cera de abejas para cuidar la madera de muebles de calidad. Pero la limpieza corriente se puede hacer con muy pocos productos. En realidad, una pastilla de jabón corriente, estropajo y fregona y unas gotas de vinagre o limón es todo lo que necesitas. Puedes deshacerte poco a poco de productos de limpieza que usas poco o nada y notar el ahorro en tu bolsillo, al tiempo que desintoxicas tu hogar.

Nº4: La guerra química

Hay productos de limpieza a la venta en el supermercado de la esquina  que parecen sacados de un catálogo de armas tóxicas. Son todos esos que llevan símbolos con calaveras y otras advertencias de peligrosidad, pues son venenosos, corrosivos, irritantes y tóxicos en general. Se usan en limpiezas especiales y sobre todo para erradicar los insectos y otros bichos.

No practiques la guerra química contra los pequeños compañeros de casa. En lugar de esparcir gas tóxico sobre cucarachas, hormigas,  arañas y otros bichejos, comunícate con ellos. Basta con eliminar todos los restos de comida a la vista y con la limpieza regular para que las cucarachas pierdan todo interés en pasear por tu cocina. Aprende a distinguir una plaga de las visitas esporádicas de insectos, nada peligrosas y en realidad interesantes.

Nº 5: La limpieza heroica

La limpieza heroica consiste en hacer limpiezas extremas y esporádicas en vez de ligeras y regulares. Esto es una cuestión muy personal. Existe el síndrome del pringas, personas cuyo umbral de tolerancia de la suciedad es tan alto que no se inmutan hasta que la cosa llega demasiado lejos, por ejemplo cuando tienen que hacer un sendero entre la cocina y el dormitorio entre montones de basura.
No seas pringas. Establece un día fijo para la limpieza y hazla, sí o sí.

Nº 6: El síndrome de la casa hedionda

Tu casa no huele tan mal como crees. Un error habitual en la limpieza es enmascarar el olor habitual de una casa con ambientadores. Los hay de todos tipos, desde emisores de suaves aromas para el salón a artilugios que se colocan dentro de la taza del WC y destruyen toda apariencia de vida a su alrededor. No uses ambientadores químicos, y menos eléctricos. Otra cosa es si te gusta encender un pebetero con algunos aromas de florecillas. Pero no olvides que con esto último estás incluyendo múltiples partículas y gases en tu casa que desconoces cómo van a sentar a tu familia y amigos.

Nº 7: La limpieza como por arte de magia

No creas el “pase mágico” de los anuncios. Por supuesto que hay que frotar. No es cierto que baste con hacer “flush-flush” con un espray y pasar suavemente una bayeta para que todo se vuelva resplandeciente, como muestran los anuncios de TV. Levantar la suciedad incrustada exige en general una acción mecánica bastante enérgica. Pero no hace falta que se incruste nada, insistimos machaconamente: una limpieza regular es una limpieza fácil y placentera.