Llega marzo y con él el avance de la primavera, los primeros colores comienzan a proliferar sobre el marrón oscuro-gris de la vegetación que ha sufrido las inclemencias de los fríos invernales.
El primer color en destacar en las praderas cerealistas del centro de la península es el verde gracias a los brotes de los habituales avena, cebada y trigo que empiezan a emerger o a despertar después del letargo invernal.
Pero en el paisaje hay algo que no cuadra, y son unas grandes manchas poligonales de un color amarillo-marrón de hierbas secas, casi quemadas.

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¿Cómo es posible, con lo que ha llovido este otoño-invierno, que estas teselas de terreno no empiecen como el resto a verdear?.
Podríamos pensar que estos barbechos todavía no han despertado, pero al acercarnos vemos que está como quemado ¿Qué está pasando?
La respuesta la encontramos en el glifosato, un herbicida desarrollado por Monsanto y que lo comercializa bajo el nombre de Roundup. Este herbicida no selectivo, y por lo tanto de amplio espectro es el responsable de que en primavera, y desde hace unos años nuestros campos aparezcan con manchas poligonales, unas verdes y otras como campos de batalla donde todo está arrasado.

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Viendo esto uno se puede hacer una idea de lo difícil que puede ser para las plantas de estas llanuras cerealistas sobrevivir en estas condiciones y, claro, igualmente para el cereal recién plantado en un terreno que el año anterior sufrió esta esquilma.
El agricultor argumenta que de este modo se evita unas cuantas pasadas de tractor, y por lo tanto ahorra gasóleo. Pasa directamente a la siembra sin una roturación severa para eliminar las llamadas malas hierbas que han proliferado el año anterior en el barbecho.
¿Esta situación por cuánto tiempo podrá mantenerse?

Texto y fotagrafías: José Mª González Bengoechea