Un ecosistema es un sistema natural formado tanto por los organismos vivos, como por el entorno donde se relacionan. El medio físico permite la vida de las especies y estas condicionan al medio. Todo está entrelazado y si un componente del ecosistema falla, también lo hará el resto. Esto se ha podido comprobar en las cinco extinciones de la Tierra a lo largo de la Historia, todas ellas resultado del desarrollo de la propia naturaleza. Pero ahora, en plena modernidad, la última extinción llega al planeta de la mano del ser humano. Deforestación, contaminación, despilfarro de recursos o destrucción de hábitats son solo algunas de las causas de esta crisis de la biodiversidad que se traduce en la sexta extinción de las especies. No es fácil percibir las relaciones entre todos los componentes de un ecosistema, pero se trata de una cadena en la que si una mano se suelta, poco a poco (o rápidamente) se van soltando todas las demás.

De ahí la importancia de los bosques: Los bosques son, junto a los océanos, un sumidero natural de dióxido de carbono y grandes suministradores de agua (recolectan y filtran el agua dulce, mantienen el ciclo hidrológico y moderan inundaciones o sequías). Cada día, grandes extensiones de bosques son deforestadas, es decir, despojadas de árboles para el beneficio humano (extracción de madera, extensiones de tierra para agricultura y ganadería, construcción de espacios urbanos y rurales,…). Deforestar un bosque no solo implica la pérdida de árboles, sino que afecta a todas las especies y hábitats produciendo un alarmarte desequilibrio ecológico.

La tala indiscriminada de árboles produce la desaparición de sumideros de dióxido de carbono, reduciendo así la capacidad del medio de poder absorber dicho CO2 para convertirlo en oxígeno y llevar a cabo el efecto invernadero. También altera el ciclo del agua y erosiona el suelo, lo cual afecta directamente el clima, además de impedir el crecimiento de muchas plantas y árboles y de acabar con animales que habitan en el terreno. La deforestación también aumenta el riesgo de que la zona se incendie (la temperatura aumenta al no poderse eliminar el exceso de CO2 en la atmósfera). Los árboles proporcionan cobijo y alimento a muchas especies y, al quedar la superficie totalmente vacía de sombra y comida por la tala de árboles, muchas de estas especies pueden desaparecer. La deforestación es solo el principio de una cadena que puede acabar con la extinción de muchas especies.

La producción de alimentos y la biodiversidad terrestre dependen en gran medida de la polinización, un proceso natural que permite que se fecunden las flores y den así frutos y semillas. Las abejas y otros insectos polinizadores son los responsables de este proceso, pero sus poblaciones disminuyen cada vez más. Greenpeace afirma que la tercera parte de los alimentos que consumimos depende de la labor polinizadora de las abejas y de otros insectos (como mariposas y abejorros), por lo que si estos desapareciesen, el resultado de la producción de alimentos sería desastroso. ‘’¿Quién polinizaría los cultivos? La polinización manual exige gran cantidad de mano de obra, además de resultar lenta y costosa. El valor económico de la acción polinizadora de las abejas se ha estimado en unos 265.000 millones de euros anuales en todo el mundo. Por lo tanto, también desde un punto de vista puramente económico es rentable proteger a las abejas’’. Cada vez que desaparece una especie, el hábitat en el que esta se encontraba empobrece: afecta a sus depredadores y a sus presas, modificando los ciclos vitales de estas, e incluso a sus posibles parásitos. Si la diversidad disminuye, el ecosistema entero se ve afectado. Las abejas son insectos importantes para la vida del ser humano.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, sus siglas en inglés) elabora La Lista Roja de Especies Amenazadas, un indicador crítico de la salud de la biodiversidad del mundo. Esta lista indica ‘’que la fuente de nuestros alimentos, medicinas y agua potable, además de los medios de subsistencia de millones de personas, podrían estar en riesgo con la rápida disminución de las especies animales y vegetales del mundo’’. La Lista muestra que de las 63.837 especies evaluadas 19.817 están amenazadas por la extinción, incluyendo el 41% de los anfibios, 33% de los corales formadores de arrecifes, 25% de los mamíferos,13% de las aves y 30% de las coníferas. Y todo ello sin olvidar que muchas otras especies pueden haber desaparecido sin testigos humanos que lo confirmen.

Evitar la deforestación, delimitar más áreas protegidas y reservas naturales, reducir la contaminación, hacer buen uso de los recursos, prohibir el uso de plaguicidas y muchas otras acciones, son necesarias para frenar la sexta extinción. Y, por supuesto, para ello son necesarias leyes y tratados que hagan desaparecer la crisis de la biodiversidad, pero también un cambio en nuestro modelo de vida. Cualquiera puede ayudar al planeta desde su casa. ¿Cómo? Un ejemplo es cambiar el modelo de consumo: comprar productos ecológicos, locales y de temporada para fomentar un modelo de agricultura sostenible y no comprar, por ejemplo, productos que contengan aceite de palma (alimentos, biocombustibles, cosméticos productos de limpieza,…), que se obtiene a través de la destrucción masiva de bosques y selvas tropicales.

Pero no solo eso:  infórmate, evita y denuncia actividades ilegales con especies en peligro de extinción, reduce, recicla, reutiliza, participa como voluntario en programas de protección de flora y fauna y haz todo lo posible para despedir a la actual crisis de la biodiversidad.

Yasmín Tárraga

@YasminTarraga