Tuvo que venir una mortífera pandemia para que los ayuntamientos tomaran una medida revolucionaria: convertir plazas de aparcamiento en espacio para terrazas. En los 10-12 metros cuadrados que ocupa un coche se pueden instalar un par de mesas, donde 8-10 personas pueden sentarse para disfrutar un rato y de paso salvar el negocio hostelero adjunto. Hay que recordar que durante muchos meses el aforo de estos establecimientos se redujo drásticamente, y los bares sin terraza ni posibilidad de instalarla lo pasaron muy mal.

Esta medida aparentemente win-win (en la que ganan todos) empieza a ser discutida y criticada una vez que la pandemia parece estar perdiendo fuerza. Algunas asociaciones de vecinos exigen su fin, argumentando que ocupan el espacio público urbano, que muchas de ellas producen mucho ruido hasta altas horas de la noche y que no dejan descansar al vecindario.

La acusación de ocupar abusivamente el espacio disponible para los peatones se hacía ya, y con razón en muchos casos, a las terrazas situadas sobre las aceras, pero no tiene sentido si la terraza está sobre una plaza de aparcamiento. La acusación de ruido es más seria, pero se hacía exactamente igual a los bares sin terraza, pero con clientes que salían a la calle a charlar y otras cosas. En realidad, un grupo de gañanes en la puerta de un bar sosteniendo el vaso con la mano es mucho más ruidoso que un grupo de clientes sentados civilizadamente en una terraza.

Hay algo más, aparte del ruido. Algunos vecinos, lo que quieren en realidad, es que les devuelvan sus plazas de aparcamiento. Es decir, ocupar ellos mismos el espacio público urbano con su coche, que pasa ahí las horas muertas (el 95% del tiempo como media) inmovilizado, ocupando un valioso espacio urbano, sin provecho para nadie y segando la hierba bajo los pies de la hostelería. Visto en términos económicos, por 25 euros al año un propietario de coche puede legalmente ocupar un espacio que le proporcionaría a un establecimiento hostelero un aumento de la facturación de miles de euros, y la posible salvación de algún puesto de trabajo.

El conflicto de las terrazas COVID se extiende por toda España, en ciudades grandes y pequeñas. En Barcelona, Bilbao y Sevilla parece que apuestan por mantenerlas, en Madrid hay un animado debate político por esta causa. Valencia al parecer las retira. ¿Es necesario elegir entre ruidosas terrazas y coches aparcados? Podría existir una tercera solución.

Las terrazas COVID podrían ser sustituidas por pequeñas zonas verdes, microparques, que constituyen una gran mejora del medio ambiente urbano. Esto ya se hace en Barcelona cada día sin coches (coincidiendo con la semana europea de la movilidad) y se llama Parking Day. Los vecinos descansarían tranquilos y los clientes de los bares que salen a la calle a fumar y a charlar podrían apoyar los vasos en el borde de las jardineras.

Jesús Alonso Millán

Fotografía: Espacio acotado para terraza en la calle Ponzano, Madrid.