La ola de calor de finales de junio de 2019 ha dejado a todo el mundo preocupado. A diferencia de otras ocasiones similares, en que los expertos salían en televisión asegurando que todo iba bien, que todo era normal para esas fechas del año, que en verano hace calor, etc., esta vez se han batido récords.

En Francia se han batido récords de temperatura “por docenas”. De las 158 estaciones de las que Météo-France proporciona datos, una veintena ha registrado récords de temperatura máxima, no para el mes de junio, sino absolutos, para todos los tiempos desde que se tiene memoria. Aemet en España asevera en su informe “la excepcional intensidad del episodio” y también que “las olas de calor son cada vez más frecuentes e intensas”.

Si Francia en general –o España, o Alemania– sufre intenso calor, las ciudades lo pasan peor, tanto peor cuanto más grandes son. En Madrid, por ejemplo, durante dos o tres días seguidos la mínima fue de 21-22ºC y la máxima de 40-41ºC, pero esas son temperaturas medidas en una estación meteorológica apartada. En una ciudad grande, hay que añadir varios grados a la cifra oficial de temperatura, por el fenómeno conocido como “isla de calor”: la ciudad eleva su temperatura con respecto al medio que la circunda porque es un gran concentrado de actividades que consumen energía: transporte, actividades domésticas, comercio, oficinas.

Se está trabajando mucho en soluciones para enfriar las ciudades, porque ahora mismo son extraordinarias trampas de calor. No tenemos más que pasear por una calle estrecha con muchas tiendas, cada una con su compresor de aire acondicionado funcionando a tope de potencia. La temperatura en la calle es sofocante, mientras que los clientes están bien fresquitos dentro del establecimiento. Se crea un círculo vicioso: los compresores de los aparatos de aire acondicionado calientan el aire de la calle, así que tienen que funcionar cada vez a más potencia, lo que calienta cada vez más el aire de la calle, etc. Es un ejemplo entre varios de como las ciudades se transforman en hornos sofocantes cuando llega la canícula, y no digamos una ola de calor.

Cada vez hay más soluciones para enfriar la ciudad y hacer más soportable la vida de sus habitantes en verano. En general no son de alta tecnología, solo de sentido común: multiplicar las zonas verdes y la presencia de vegetación en las calles, así como las zonas sin tráfico rodado, pintar los pavimentos y los techados de color claro, que refleja la radiación solar, crear láminas de agua, que se añaden al efecto refrigerante de la vegetación, usar vehículos eléctricos, y dejar de usar coches de motor térmico, etc.

¿Y qué podemos hacer nosotros, además de refrescarnos como podamos a base de gazpacho, abanico y botijo? Lo cierto es que sí podemos poner en práctica algunas medidas para ayudar a enfriar nuestra ciudad desde nuestra casa y nuestra vida cotidiana.

Primero y muy importante: usar el aire acondicionado con civismo. El compresor del aire acondicionado envía a la atmósfera gran cantidad de aire caliente y húmedo, justo lo contrario de lo que necesitamos en verano. Si está instalado en un patio de ventilación, hay que retirarlo de ahí y colocarlo lo más arriba posible en la cubierta o azotea. A continuación hay que usarlo con mucha moderación, a baja potencia y en períodos delimitados. Nunca dejarlo encendido 24 horas sobre 24. Para refrigerar la casa sin gasto de energía, sigue estos sencillos consejos.

Segundo, y casi igual de importante: crea tu propia zona verde. Aunque solo tengas sitio para un par de macetas. Las plantas son el remedio soberano contra el calor: además de la sombra, evaporan agua a la atmósfera cuando respiran, bajando así la temperatura a su alrededor notablemente. Si tienes un balcón o una azotea, llénalos de plantas. El gasto de agua (que es mínimo si practicas un riego economizador) se compensa sobradamente con la mejora del paisaje urbano.

Un paso más allá puede ser instalar en la cubierta de tu casa un techo verde. Si se dan las condiciones (una cubierta más o menos plana que se pueda impermeabilizar y con capacidad de carga suficiente), es factible crear una zona de vegetación allá arriba que reducirá en unos grados la temperatura de los pisos de debajo –reduciendo así la necesidad de aire acondicionado. Infórmate en tu ayuntamiento sobre si existe algún tipo de ayuda a las cubiertas verdes.

Tercero, no te sumes a los atascos de tráfico. Cientos o miles de vehículos parados con el motor encendido provocan una oleada de calor capaz de tumbar a cualquiera. Deja el coche aparcado y coge el transporte público, que suele contar con aire acondicionado –que aquí sí es fundamental. O utiliza un vehículo compartido, coche o patinete. Si usas el coche, usa el aire acondicionado con mesura.

En un nivel de participación, apoya las iniciativas para enfriar tu ciudad. Son todas aquellas que quieren multiplicar las zonas de vegetación, instalar cubiertas verdes, ampliar las zonas peatonales y de tráfico restringido, y otras de este tipo. Para que el próximo verano no nos pille desprevenidos.

Fotografía: Siddharth Kothari en Unsplash.

¿Estás interesado en participar en la transición hacia una alimentación más sostenible? Visita Comida Crítica.
Únete a las miles de personas que ya han medido su huella ecológica… y aprendido cómo hacerla más pequeña. Haz clic en este enlace, no te llevará más de un minuto.