Fotografía: Vlad Bagacian on Unsplash

Vacaciones veganas

El verano es la época de las ensaladas, gazpachos, sorbetes, salmorejos, escalibadas y tomates a la parrilla. Es decir, es la mejor época para experimentar una dieta vegana. A diferencia de los platos de carne, muy parecidos en todas las latitudes, los platos vegetales son muy variados y reflejan muy bien el paisaje en el que han sido cultivados sus ingredientes. No hay más que fijarse en la menestra típica de la Ribera del Ebro, los calçots de Valls, el recao de Binéfar, el salmorejo de Córdoba, la paella de verduras de la huerta de Valencia, las patatas al puñetazo y los michirones de Murcia, el ajoblanco de Badajoz, etc. etc.

¿Cómo hacerlo?

Lo primero es alejarse de los chiringuitos más evidentes y de los lugares más estandarizados, esos que tienen la carta en ocho idiomas y cocina internacional. No hay más que meterse en el pueblo y callejear un poco. En seguida daréis con alguna tasca o bar donde os podrán ofrecer especialidades locales, a poder ser vegetales. Si les añaden algún componente animal (por ejemplo, es costumbre añadir jamón picado y huevo duro al salmorejo cordobés) no hay que alarmarse, basta con cambiar al modo flexitariano y ¡a disfrutar! Recuerda: este verano, ¡hazte vegano!

 

Vacaciones urbanas

¿Playa, montaña o ciudad? El verano es una buena época para descubrir la ciudad en la que vives. A pocos metros de tu zona habitual de merodeo hay otras calles, barrios y distritos enteros desconocidos y repletos de cosas interesantes. Entre estas cosas hay conciertos, actividades culturales, museos y exposiciones y hasta semanas gastronómicas. Sin olvidar los parques urbanos, que en verano son verdaderos oasis.

¿Cómo llevarlas a cabo?

Abandona la costumbre (muy típica de Madrid) de salir pitando el último día laborable por la tarde y regresar extenuado el último día libre de madrugada. Reserva unos cuantos días para relajarte y disfrutar de tu propia ciudad, idealmente al final de tus vacaciones. Puedes aprovechar para conocer su creciente oferta de transporte público compartido y alternativo (segways, bicicletas, patinetes, urban wheels, coches eléctricos, etc.).

 

Vacaciones en bici, tren, bus… o incluso caminando

Es automático: la palabra “vacaciones” se asocia con un coche cargado hasta los topes de equipaje y niños preguntones. El coche te da libertad de movimientos, pero también puede ser un engorro localizar gasolineras, talleres si ocurre una avería, aparcamiento en zonas saturadas, etc.

¿Realmente es posible?

Si llevas mucha impedimenta infantil o playera, usar el transporte público puede ser engorroso. Pero hay soluciones para todo, por ejemplo reducir el número de cosas que necesitas: después de todo, estás de vacaciones, no en medio de una expedición al Ártico. No tienes más que tener un poco de paciencia en las paradas e ir ligero de equipaje, descubrirás una red de autobuses y trenes más densa de lo que parece que te llevará a todas partes.

Otras solución muy buena es la bicicleta, el vehículo perfecto para las vacaciones con su radio de acción de entre 50 y 100 km, indicado para conocer una región a fondo. Caminar tampoco es mala opción si tienes tiempo suficiente, te garantiza recorridos de unos 15-20 km diarios con absoluta libertad. Tampoco es mala idea alquilar coches para trayectos determinados o usar las incipientes redes de coches compartidos, también en vacaciones.

 

Vacaciones gota a gota

No hay mejor estación para aprender a tratar mejor nuestro más valioso recurso, el agua. En verano, en la mayor parte de la península Ibérica, no cae una gota, a no ser alguna tormenta ocasional. Vivimos de las reservas del agua almacenada el otoño y la primavera pasadas.

¿Qué hacer?

Respetar el agua en verano se puede hacer de muchas maneras. Muchos hoteles y pensiones tienen programas de ahorro de agua, que convendrá seguir escrupulosamente. Si puedes elegir, huye de los establecimientos de ocio situados en clima seco que se empeñan en mantener un césped escocés (el colmo de estos sitios son los resorts con campo de golf en medio del desierto). Riega de noche y con parsimonia, y olvida esa costumbre de lavar el patio o el coche a manguerazos, si aún la tienes.

Vacaciones sin plásticos

Si te parece interesante la idea de vivir sin producir una tonelada de residuos cada año que pasa, el verano es la estación perfecta para practicar. Ya estés de viaje o en tu ciudad, verás que hay muchas oportunidades para evitar, rechazar y apartar de tu vida los plásticos desechables.

¿De verdad se puede conseguir?

Puedes empezar por  el principio: llevar tu bolsa de la compra y rechazar la mayor cantidad posible de envases desechables que te quieren vender en las tiendas y mercados. Al principio tendrás que llevar bastantes envoltorios inútiles a casa, y es el momento de examinarlos y plantear sustitutos. La siguiente compra la harás provisto de una bolsa reutilizable e incluso varios recipientes para que te pongan las compras pringosas (recuerda que estás en verano, tienes tiempo para todo). Puedes avanzar más: construir o utilizar un compostador, por ejemplo. Esto supone un rato agradable de bricolaje, mucho mejor que pasar las vacaciones tumbados a la bartola.

 

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