Electricidad, gasóleo, carbón, gas natural, butano, leña: adopta muchas formas pero siempre es imprescindible para la vida. Esta sección pretende mejorar el uso de la energía que hacemos en nuestra vida cotidiana.

Algunas preguntas que todos nos hemos hecho alguna vez en relación con la energía:

¿Cuánta energía consumimos?

El total del consumo de energía en el sector doméstico asciende a 42 millones de toneladas equivalentes de petróleo (tep). La unidad tep es la que se utiliza corrientemente para medir el consumo de energía final. Expresado en términos de consumo medio por hogar y año, tenemos aproximadamente tres toneladas equivalentes de petróleo para un domicilio medio ocupado por tres personas, es decir, el equivalente a más de 2,5 litros de petróleo por persona al día.

¿Qué tipos de energía consumimos?

Aunque el consumo de energía se mide en tep, en realidad el sector doméstico utiliza muchos tipos de combustibles diferentes, algunos procedentes del petróleo, pero otros no.

  • La electricidad supone la tercera parte del consumo de energía en los hogares. Y la electricidad, a su vez, se produce en centrales térmicas (que queman carbón, petróleo o gas), nucleares y renovables (principalmente hidráulicas y eólicas). Un minúsculo porcentaje procede de paneles fotovoltaicos. Es el uso más versátil de todos, empleado para todo tipo de aplicaciones.
  • Butano y propano (gases licuados del petróleo) suponen una quinta parte. Se emplean en calefacción, producción de agua caliente y cocinas.
  • Los combustibles sólidos incluyen carbones y leñas. Se utilizan casi exclusivamente para calefacción, y suponen una quinta parte del consumo total.
  • El gas natural es el tipo de energía doméstica de más rápido crecimiento. Se usa para las mismas aplicaciones que los gases licuados del petróleo, y supone una sexta parte del consumo.
  • El gasóleo C supone algo más del 10% del consumo. Se usa exclusivamente para calefacción y agua caliente.
  • La energía solar térmica (paneles solares para producir agua caliente) supone un porcentaje muy pequeño del consumo total. No obstante, parece estar en crecimiento, y desde luego es un tipo de energía ideal para ciertas aplicaciones en el sector doméstico.

Como se deduce de esta lista, los hogares se abastecen en un 80/90% de energía fósil (carbones, derivados del petróleo y gas natural). La energía renovable procede de la electricidad generada en centrales hidráulicas, de la leña y de los paneles solares, tanto térmicos como fotovoltaicos, así como de las centrales eólicas.

¿Cuánta energía deberíamos consumir?

Eso depende en gran medida de la región donde se encuentre nuestra casa, ya que el gasto energético de la calefacción es con mucho el mayor de todos. En provincias del interior como Soria y Ávila, la demanda de energía para calefacción es mucho mayor que en provincias costeras del Sur y Levante. No obstante, el consumo de energía para aire acondicionado está creciendo con rapidez en provincias con veranos largos y muy calurosos.

El consumo de energía y su relación con las características de tu vivienda

Factores:

  • El tamaño de la vivienda: una casa grande es mucho más costosa de climatizar que una pequeña.
  • El tipo de edificio, y la localización de la vivienda: un chalet tiene muchas más perdidas de calor que un piso embutido en un bloque de viviendas, y un ático más que un bajo interior. Por el contrario, sus requerimientos de iluminación artificial pueden ser menores.
  • La edad y características de la construcción. Muchas casas antiguas, anteriores a 1900, tienen muros gruesos y por lo tanto buen aislamiento. Los edificios construidos posteriormente a la norma que obliga a respetar ciertas condiciones de aislamiento también pueden tener buenas características térmicas. Pero quedan muchos edificios con “paredes de papel”, difíciles de calentar en invierno y de refrigerar en verano.

Los estudios disponibles muestran que los hogares, en conjunto, consumen mucha energía inútilmente, por sistemas de calefacción antiguos, escasez de aislamiento, ausencia de lámparas de bajo consumo, electrodomésticos ineficientes, etc. Quiere decirse que las posibilidades de reducir el consumo son muy grandes: probablemente se podría reducir a la mitad del consumo actual con medidas sistemáticas y rigurosas. No obstante, hay que tener en cuenta que las medidas de ahorro de energía pueden ser caras, y que todavía hay déficit de equipamiento en calefacción en muchas viviendas.

¿Cómo se reparte el consumo de energía de los hogares?
Aproximadamente la mitad de la energía consumida en el sector doméstico lo es en forma de gasolinas y gasóleos para el vehículo privado. Pero aquí vamos a hablar del consumo de energía dentro de las casas, que se distribuye aproximadamente así:

En el cuarto de baño

En la cocina

Por toda la casa:

 ¿Cuánto nos cuesta la energía?

El gasto en energía es uno de los más importantes de los hogares. En principio, todas las casas deben pagar el recibo eléctrico, que por lo general reúne el gasto de los electrodomésticos y la iluminación, pero que puede incluir también agua caliente, calefacción y cocina.

El precio de la energía eléctrica es un precio político, fijado tras las correspondientes negociaciones entre las compañías productoras y suministradoras, el gobierno y los representantes de los consumidores. La tendencia de los últimos años ha sido de reducción paulatina del precio del kilovatio en términos reales (al menos eso es lo que dice el gobierno y las grandes compañías), al mismo tiempo que se ha puesto en marcha un proceso de liberalización del mercado que, en teoría, debería permitir incluso a los consumidores privados elegir la compañía que más les convenga.

Algo parecido ocurre con el precio de los combustibles -gasóleo de calefacción, propano y butano, gas natural. Todos son precios políticos, y en todos los casos hay unas pocas compañías suministradoras de gran tamaño. Por ejemplo, la popular bombona de butano sirve todavía hoy para proporcionar agua caliente y energía para cocinar a más de diez millones de hogares, y funcionó en régimen de monopolio hasta hace unos pocos años.

Una cuestión empieza a dibujarse en el horizonte de los precios de la energía, tras la firma de diversos protocolos en que los gobiernos se comprometen a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Para pagar las medidas de mejora de eficiencia energética y sustitución de combustibles “sucios” como el carbón por energías renovables, se han propuesto medidas muy discutidas, como un impuesto sobre el carbono emitido por la quema de combustibles fósiles. No obstante, los gobiernos son muy reacios a trasladar a los consumidores cualquier aumento del coste de producción de la energía. Otras medidas pretenden favorecer a las energías renovables reduciendo los impuestos que pagan, o subvencionando directamente cada kilovatio fabricado de esta forma. El Plan de Energías Renovables aprobado en agosto de 2005 incluye un recargo en el recibo de la luz para financiarlo. No obstante, todavía es pronto para decir cómo afectará todo esto al bolsillo de los consumidores privados de la energía.