De la basura mezclada a los residuos separados

¿Dónde producimos residuos urbanos en los hogares?

En el cuarto de baño:

En torno a un 5% de los materiales se consumen en productos de limpieza personal en el baño y la ducha.

En la cocina:

Aproximadamente un 90% de los materiales y de los residuos sólidos que circulan por una casa se gestionan en la cocina, en forma de alimentos y de artículos de limpieza cotidiana. Estos residuos suelen ser:

-Los alimentos y los restos orgánicos.

-Productos de limpieza general.

-Los envases desechables de alimentos y artículos de limpieza (de vidrio, plástico, metal y brick o cartón de bebidas) suponen entre un tercio y la mitad del contenido de la bolsa de residuos.

-El vidrio.

-Plásticos, latas y bricks.

En el resto de la casa:

Principalmente papel, este puede ser de tres tipos: higiénico (que generalmente se va por el sumidero o se asimila a los restos orgánicos), para envases y embalajes (en ocasiones acompañados de plásticos), y gráfico (en forma de revistas, folletos y periódicos).

¿Cúal es la composición de nuestra bolsa de basura?

Entre un tercio y la mitad son residuos orgánicos (desde mondas de patata a raspas de pescado). Otro tercio (o más) son envases desechados de vidrio, plástico, metal (aluminio y hojalata) y brick. Una cantidad muy variable es papel y cartón, procedente tanto de envases como de periódicos y revistas. La cantidad de materia orgánica presente en la bolsa de basura no ha variado mucho en las últimas décadas: lo que sí ha crecido a gran velocidad es la parte de envases y la de papel y cartón.

Una cuestión muy importante es la de superar el concepto de «basura mezclada sin valor», para pasar al de «materiales valiosos correctamente separados». Por lo tanto, deberíamos considerar nuestras bolsas de basura -para materia orgánica, papel, envases y vidrio- como una etapa más del gran ciclo de reciclaje de materiales.

¿Cuál es el destino actual de los residuos?

De más a menos adecuado, es aproximadamente así:

  • Reciclaje y compostaje
    El papel y el cartón tienen la más alta tasa de recogida selectiva y reciclaje (en torno a un 60% y 80% respectivamente), seguidos por el vidrio (algo más de 40%), pero a los plásticos y bricks les queda un camino más largo que recorrer para alcanzar los porcentajes de reciclado que establecen los planes de gestión de residuos en vigor, que establecen tasas de más un 50% para la mayoría de los materiales. La materia orgánica se recicla principalmente mediante los procesos de compostaje (40%) y biometanización. Ambos procesos generan principalmente como subproductos abonos y fertilizantes, pero en el caso de la biometanización incluso biogás (gas combustible). Las latas, tanto de aluminio como de hojalata, también tienen buenos porcentajes de recuperación, facilitados por la posibilidad de separar estos materiales automáticamente en la planta de tratamiento de residuos.
  • Incineración con recuperación de energía
    Consiste en la quema en exceso de oxígeno de residuos con alto poder calorífico para producir energía eléctrica. Este método se puede considerar como algo absurdo -después de todo, consiste en convertir basura en humo y en cenizas, que a su vez pueden ser muy contaminantes- pero puede ser una solución en determinados casos. La política actual establece que sólo pueden ser quemados los residuos que no puedan ser reciclados. Aproximadamente un 5% de los residuos siguen este camino, no sin la oposición de grupos ecologistas y asociaciones de vecinos, a quienes no hace ninguna gracia que instalen una incineradora cerca de sus casas.
  • Vertedero sanitario
    Consiste en una compleja instalación compuesta por celdas estancas cavadas en el terreno, en las que se depositan los residuos, se compactan cuidadosamente y se recubren con varias capas de tierra. No debe existir ningún riesgo de contaminación del agua por los lixiviados, que deben ser recogidos y depurados in situ. Debe evitarse el afeamiento del paisaje, rodeando el vertedero de vegetación. El gas metano producido por la fermentación debe ser canalizado, en algunos casos para utilizarlo en la producción de electricidad. Las leyes en vigor plantean que sólo se entierren en vertederos aquellos residuos que no hayan podido ser reciclados o incinerados con recuperación de energía eléctrica.
  • Vertido incontrolado
    No es una forma de tratamiento de residuos, sino pura y simplemente un atentado contra el sentido común y la salud pública. Todavía un porcentaje importante de los residuos se arroja sin ningún control, pero afortunadamente el número de estos enclaves decrece con rapidez. La política en vigor establece que deben desaparecer por completo en pocos años.

¿Cuál debería ser el destino de los residuos?

La planificación y destino de los residuos debe seguir el siguiente orden jerárquico conforme lo citado en la ley 22/2011(se debe intentar el primer método antes de pasar al siguiente): prevención, reutilización, reciclaje, valorización energética y eliminación. Primero se debe prevenir en la medida de lo posible la generación del residuo, acto seguido ver si se puede volver a utilizar sin tenerlo que transformar (reutilización), si esto no es posible, buscarle una segunda vida mediante su transformación (reciclado). Si el reciclado no es posible, se deberá ver si tiene un alto poder calorífico para someterlo a valorización energética (incineración o pirólisis). Si ninguna actuación citada previamente es viable, entonces se tendrá que recurrir a su eliminación o depósito en vertedero.

Por tanto, la idea general en materia de prevención y gestión de residuos es hacerlos entrar de nuevo en la cadena de producción y consumo (economía circular). Una gestión ideal de los residuos debería poder hacer entrar en circuitos de reciclaje un 75% de su peso total -esta es una opción realista-, enterrando el 25% restante en vertederos sanitarios sometidos acto seguido a restauración para emplear el terreno como parques y zonas verdes. Se trata de un objetivo tan ambicioso que lo mejor será empezar cuanto antes.