Para el medio ambiente

Nos ayudan en las tareas cotidianas en la cocina, el cuarto de baño o el dormitorio. Sustituyen a las versiones no-eléctricas de batidoras, exprimelimones, cepillos de dientes, cuchillos, abrelatas, rasuradoras, limpiazapatos, secadores de cabello, planchas, etc. También nos permiten transmitir o procesar información, jugar y entretenernos pero al final todos ellos tienen un impacto.

En primer lugar, nos encontramos con la contaminación de la energía que utilizan. La disposición de las pilas gastadas es un gran problema para el medio ambiente. Algunos modelos, especialmente las de menor tamaño, contienen elementos potencialmente tóxicos. Esto supone que si se mezclan con los restos orgánicos pueden inutilizarlos para el compostaje. Y los que no van a pilas, tampoco se libran. Aunque el porcentaje de energía renovable es cada vez mayor, la electricidad que usamos es generada en un alto porcentaje a través de combustibles contaminantes.

Por otra parte, representan una carga ambiental considerable como residuos. En su mayoría son considerados como materiales peligrosos (por los componentes químicos que llevan), por tanto su retirada y reciclaje merece un tratamiento especial. No puedes tirarlos a la basura orgánica ni a los contenedores de la calle, ni siquiera a aquellos contenedores de escombros que eventualmente se instalan por alguna construcción o reforma en tu calle.

Para tu bolsillo

A diferencia de otros apartados del ecosistema doméstico, en que la economía de dinero es pequeña o simplemente simbólica, un adecuado manejo de los electroingenios nos permitirá ahorrar mucho dinero.

Existe un beneficio económico directo y sencillo de conseguir: comprar solamente aquellos electroingenios que vayamos a utilizar realmente. Un ordenador puede ser imprescindible, pero muchos otros terminan cogiendo polvo en un rincón.

También podemos ahorrar dinero adquiriendo las versiones economizadoras de estos aparatos: por ejemplo, ordenadores e impresoras con programas de bajo consumo de energía, televisores de consumo reducido, aparatos de fax que sólo se conectan a la red eléctrica cuando reciben llamadas, etc.

Podemos ahorrar una cantidad sorprendentemente alta de dinero desconectando por completo televisores, aparatos HiFi y vídeos en lugar de dejarlos en «stand-by».

Así como consumiendo música e imágenes solo cuando realmente les prestamos atención, evitando encender los aparatos de manera automática (individualmente o varios a la vez), cuando entramos en casa.

Por supuesto, reducir al mínimo el consumo de pilas y utilizar versiones recargables nos permitirá ahorrar mucho dinero.