Prepara tus propios platos

La primera recomendación pasa por cocinarte para ti y para el resto de personas con las que convives. De esta manera podrás controlar mejor qué productos estás elaborando, desde su origen hasta su manera de cocinarlos. Además, tener tiempo para cocinar puede ser una mejora de salud: implica tener tiempo para una tarea esencial para la vida. En otras, a lo mejor hay tiempo pero no te gusta. En este caso tampoco es problema: planificarte puede ayudarte a que esta tarea te resulte menos tediosa y más llevadera. Hay multitud de opciones de recetas rápidas y sencillas que tienen pequeños impactos medioambientales. Aunque hay muchas más opciones, queremos mencionar que hay recetas con microondas o a base de conservas que te facilitarán el trabajo. Eso sí, sí vas a tirar mucho de conservas, preocúpate porque sean lo menos procesadas posibles y gestiona bien los residuos

En otras muchas ocasiones, ese tiempo es muy limitado. El ritmo de vida que llevamos nos impide parar a prepararnos una buena cena o cocinar todos los días. En ese caso hay una clave: la planificación. Por ejemplo, hay quienes un día a la semana preparan la comida de la semana, y otras personas que se reparten el trabajo y planifican los turnos de cocinado entre las personas que viven en la casa. 

Por suerte, con electrodomésticos como la nevera y el congelador esto resulta más fácil. Así por ejemplo si un día consigues tiempo para cocinar y vas a preparar una lasaña, un guiso, una crema, incluso simplemente unas legumbres cocidas –para luego hacer una ensalada–, cocina en mayores cantidades y lo que sobre guárdalo en raciones en el congelador para futuras planificaciones semanales. Hay personas que, para aprovechar los alimentos de temporada, compran mayores cantidades y luego los congelan. Por ejemplo, cuando llegue el verano compra pimientos, trocéalos y congélalos para cuando quieras usarlos para un sofrito más adelante. Así te ahorrarás el tiempo de picar y no estarás consumiendo productos que fueron cultivados fuera de su temporada.

Existen también técnicas de cocina que permiten que los productos duren más. A continuación hablamos de ellas.

Prepara tus alimentos para que duren

Existen elaboraciones que te permiten mantener los alimentos durante mucho tiempo y recurrir a ellos sin mayor preparación y a la vez que disfrutar de ellos fuera de temporada. Nos pueden venir bien para preparar aperitivos rápidos o para incluirlos en platos más elaborados y, generalmente, tienen un sabor que no deja indiferente. Y, lo mejor de todo, es que las puedes preparar en casa.

Algunas de ellas son los encurtidos y escabeches. Existen algunas diferencias entre ellas pero, en definitiva, son frutos u hortalizas que se maceran en un ácido (generalmente vinagre) mezclado con otros ingredientes: agua, aceite, ajo, sal, pimienta, otras especias, miel, etc. Las posibilidades son casi infinitas y tiene la gran ventaja de que puedes ir adaptándolo a tu gusto. Un clásico entre estos alimentos son los pepinillos agridulces aunque hay mucha diversidad.

Otra manera de conservar los alimentos es hacer una salmuera o fermentarlos. La característica de esta conservación es la elevada cantidad de sal que hace que el producto dure más. Un ejemplo poco conocido (o poco extendido) en nuestro país, son los limones en salmuera. Otros ejemplos son el chucrut o el kimchi coreano, ambos con repollo.

Otra técnica es el secado de los alimentos. Se pueden secar al sol o usando el calor de alguno de nuestros electrodomésticos. Un alimento muy valorado son los tomates secados al sol que luego se pueden volver a hidratar en aceite. Pero no todo el mundo tenemos la oportunidad de recurrir al sol para secar nuestros alimentos y tenemos que recurrir al horno o a la deshidratadora. En el caso del horno, tenemos que recordar que van a suponer un consumo de energía bastante elevado así que conviene no abusar de esta técnica. Y no olvidemos que la deshidratadora es otro electroingenios que solo recomendamos adquirir si vas a deshidratar alimentos a menudo.  

Y un clásico de la preservación de alimentos son las conservas al vacío. A diferencia de las otras opciones que llevan ingredientes que mantienen a los alimentos, en este caso es la propia técnica la que preservará el contenido del recipiente. Tiene grandes ventajas ya que es muy versátil y nos permite conservar más tiempo tanto alimentos sin cocinar como cocinados. Hay diferentes técnicas: la que utiliza una máquina de sellado al vacío, la que utiliza agua y bolsas con cierre de zip y la clásica de los botes. En esta última hay que tener especial cuidado para evitar botulismo. Es una enfermedad grave pero no hay por qué alarmarse si se siguen las medidas recomendadas. Aquí os dejamos un enlace con los tres tipos de conservación al vacío.

Produce tus propios alimentos

Para muchos de nosotros, que vivimos en pisos en la ciudad con poco espacio, es una utopía. Pero muchas personas disponen de espacio para cultivar un pequeño huerto, a veces tan pequeño como el espacio de un balcón o una terraza. Desde tener una maceta con perejil a cultivar un huerto de media hectárea, hay muchas posibilidades de practicar la relajante actividad del autoabastecimiento de alimentos.

Existen mesas de cultivo especiales, pero se recomienda empezar con las macetas y jardineras que ya se tengan. Para ahorrarse costes se puede elaborar compost con restos orgánicos o se pueden intercambiar semillas.

Ciudades y municipios realizan diferentes iniciativas que te pueden ayudar a iniciarte en la labor, pero también puedes consultar las diferentes redes de huertos urbanos, como la Red de Huertos Urbanos Comunitarios de la Comunidad de Madrid, para acercarte a métodos de huertos y jardinería más ecológicos.

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Prácticas adicionales al cocinado

Aunque no se trate de cocinar en sí mismo, el cocinado lleva asociada otras tareas como son la limpieza y el almacenaje. Por ello queremos dejarte aquí algunos productos que harán que reduzcas tus impactos medioambientales