Para el medio ambiente

Potenciar el transporte público es tal vez la medida más importante que pueden tomar las ciudades de tamaño mediano y grande para mejorar su calidad ambiental y la calidad de vida de sus habitantes.

Esta mejora se puede medir directamente en términos de reducción de la contaminación atmosférica, del ruido, del tiempo perdido en atascos y de la mejora en general del paisaje urbano. La experiencia de Amsterdam, una ciudad que ha expulsado a los automóviles de su extenso centro histórico, muestra que es posible hacerlo y que los beneficios superan a los inconvenientes.

No obstante, no es fácil de llevar a cabo. Uno de los principales obstáculos es lo que se llama el círculo vicioso del transporte:

  • El transporte público compite con el privado por el escaso espacio disponible en las calles.
  • En consecuencia, su calidad (en términos de velocidad y frecuencia) se reduce.
  • La percepción del transporte urbano es negativa: la población ciudadana prefiere emplear el coche.
  • El atasco crece, el transporte público funciona cada vez peor… y así sucesivamente.

Por el contrario, un círculo virtuoso se establece cuando se unen dos circunstancias:

  • Un transporte público de calidad (líneas densas y alta frecuencia).
  • Una política decidida a restringir el uso del coche en la ciudad.

Estas dos medidas unidas pueden provocar una mejora paulatina del transporte público y, por tanto, que la población ciudadana lo emplee cada vez más. Al existir una reducción constante de coches privados en las calles, el transporte público se convierte poco a poco en la mejor opción para muchos trayectos… y así sucesivamente.

Para tu bolsillo

Algunos estudios recientes demuestran con claridad que un gran porcentaje de los conductores habituales de automóviles privados ahorrarían mucho dinero si emplearán para sus desplazamientos el transporte público en forma de metro, autobús o taxi.

Hay que tener en cuenta que el coche privado es una fuente continua de gastos: combustible, reparaciones, seguros, etc., mientras que el transporte público solo acarrea el coste del billete, que es un contrato de transporte con todos los servicios incluidos.

Y la mayoría de las empresas de transporte público, urbano e interurbano, ponen a disposición de sus clientes, de manera habitual, sustanciosas reducciones en el precio del billete, en forma de bonos y abonos válidos para un número determinado de viajes o un período estipulado de tiempo.

Si te interesa leer más sobre transporte en ciudad sin coche, accede a la Guía FVS Sin Coche.